Revista Informar
“Salvamento Marítimo es la élite. He cumplido mi sueño”
Las Caras Del Mar
05 DE MARZO DE 2025

Zebenzui Cabrera, patrón de la Salvamar Adhara, en El Hierro, asegura que “puedes tener el mejor barco del mundo, pero sin la tripulación no eres nadie”
Maite Cabrerizo/ Lucía Pérez (fotografía)
La vida en fotogramas. Si se le pregunta a Zebenzui Cabrera por momentos de su vida, lo primero sería el nacimiento de su pequeño Aythami. Después, pasan a ser momentos en colora naranja, los que le han dejado su trabajo en Salvamento Marítimo. Ocho años intensos de emergencias, de rescates, algunos con final feliz; otros no tanto. Dicen que “recordar es sencillo. Olvidar es duro”. Pero Zeben, como le gusta que le llamen al patrón de la Salvamar Adhara, sabe que hay que aprender del pasado, pero que no te puedes quedar ahí; que siempre hay que seguir adelante. Nos pone como ejemplo la erupción del volcán de La Palma. Durante varios meses estuvo destinado en Tazacorte, en la Salvamar Alphard. Un periodista entrevistaba a un hombre que se había quedado sin casa, que había visto cómo la lava enterraba sus huertas. Le preguntó qué iba a hacer ahora que había perdido todo. El hombre respondió: No se equivoque, no he perdido todo, mi familia está aquí. “Se me pusieron los pelos de punta y ahí te das cuenta de qué es lo importante. Una lección de vida. Yo lo viví en primera persona y fue increíble. Grabado a fuego”.
Desde el primer día que recibió la llamada de Recursos Humanos para ‘embarcarse’ en Salvamento Marítimo hasta hoy, con su trabajo como patrón en la Salvamar Adhara, en La Restinga (El Hierro), siente que está en la élite. “Después de Salvamento Marítimo, no hay nada más”.
Siempre cerca del mar
Los fotogramas son las imágenes que, en una película, se suceden unas a otras. La secuencia de los fotogramas, ante los ojos del espectador, brinda una sensación de movimiento. Zeben es movimiento puro, como el mar donde siempre ha vivido. Canario, de El Fraile, en Tenerife. Desde pequeño supo que no trabajaría en otra cosa que no fuera el mar. Su sueño se ha cumplido.
Quería navegar. Su familia tenía una piscifactoría, acompañaba a los pescadores del lugar a por el atún, sus tiempos libres eran mar y una caña de pescar. Su primer trabajo en la piscifactoría no fue un paseo. Patrón, mecánico, le tocó hacer mantenimiento, buceo, extracción… Pasó después a trabajar en barcos de turistas para la observación de cetáceos y luego, junto a su amigo Daniel, en un barco pesquero. “Eran jornadas muy duras. Dormíamos solamente tres o cuatro horas al día. Había semanas que no pisaba mi casa”.
En 2017 entró en Salvamento Marítimo. “Es increíble ver cómo se trabajaba, los protocolos que se siguen”, dice orgulloso. “Yo era feliz porque me veía en el mundo que había soñado”. Ha navegado en distintas embarcaciones: Guardamar Polimnia, Salvamares Canopus, Alborán, Macondo, Tenerife, Alpheratz... Su paso a la península fue a Almería, a la Salvamar Spica. Ahora navega de patrón en la Adhara, aunque fue el encargado de traer a la isla la Salvamar de refuerzo Acrux. Su aprendizaje fue rápido y siempre en puntos calientes.
En su mente se suceden fotogramas de una realidad a la que se enfrenta cada día. Cada guardia. Le preguntamos si compensa este trabajo y no tarda en responder: cada vida salvada merece la pena. “Recuerdo el caso de una niña que venía en una neumática llorando. Le dimos un zumo y, al momento, empezó a cantar y a bailar. Fue precioso. Pero piensas lo que había debido vivir hasta llegar aquí y lo fácil que fue que dejara de llorar. ¡Hacer que alguien sea feliz con tan poco!”, reflexiona en voz alta.
Cada emergencia es un mundo. “Yo siempre digo que hay que pensar siempre en positivo, en los que salvas”. Es la piscología positiva a la que se aferra Zebenzui. En el trabajo y fuera de él, pero no siempre es fácil. En sus recuerdos queda un complicado rescate con olas de cuatro metros y 40 nudos de viento en el Mediterráneo. La neumática rompió y rescataron a las 56 personas que estaban en el agua, “menos a un niño de dos años. Lo sacamos, pero por desgracia, perdió la vida”. De regreso a Almería, les avisaron para asistir a un velero. Había roto las velas, había perdido el gobierno. El tiempo era muy malo y el patrón gritaba desesperado. El remolque era imposible. Dijeron al Centro de Coordinación que avisaran al patrón que era el barco o la vida. “Decidió la vida y, cuando ya estaba a bordo y vio que debajo del toldo iban los 56 migrantes rescatados, no se lo podía creer. Rompió a llorar”.
La explosión del volcán de La Palma
Son momentos que ponen valor a la vida. Fotogramas de vivencias que se quedan para siempre. Como La Palma. A consecuencia de la erupción del volcán se tomó la decisión de vigilar la zona de exclusión a la navegación acordada por Capitanía Marítima y donde podría llegar la lava. La Salvamar Alphard, con base habitual en La Palma, y el remolcador Punta Salinas, en Tenerife, fueron activados para controlar que las embarcaciones particulares no accedieran a la zona en la que está prevista la llegada de las coladas de lava al mar. Ambas embarcaciones instalaron su base en el puerto de Tazacorte.
Durante esos 85 días de alerta, el Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Tenerife contabilizó 1.800 registros de acaecimientos, 206 intervenciones sumando más 1.180 horas de navegación, seguimiento y apoyo a un total de 100 barcos y se archivaron 850 documentos. “Era increíble ver cómo la lava se llevaba los cultivos, las casas… “, apunta el patrón, “pero nos sentíamos seguros. Teníamos los EPI (Equipos de Protección Individual) y unos protocolos muy marcados”.
Salvamar Acrux y Salvamar Adhara
Y de una crisis a otra, en este caso a la llegada de migrantes a la isla de El Hierro. Sería la secuencia de otros fotogramas, los de la Salvamar Acrux y la Adhara en el muelle de La Restinga. Zebenzui fue el encargado de traer a la isla la Salvamar itinerante, aunque ahora navega en la Adhara. Dos embarcaciones juntas, dos tripulaciones entregadas de grandes profesionales. “El factor humano es importante. Yo siempre digo que puedes tener el mejor barco del mundo o ser el mejor patrón del mundo, pero sin la tripulación no eres nadie”, insiste.
Apasionado, para Zebenzui, el “no”, no existe. Por difícil que sea hay que intentarlo siempre. “Estamos hablando de personas, de embarcaciones que nos necesitan. No vamos a jugarnos la vida, mi tripulación es la primera, pero si se trata de salvar una persona, hay que intentarlo”. Como va a intentar ahora estudiar la carrera de Náutica para llegar a ser un día capitán de un buque. Cuenta con la ayuda de los suyos. “Eso es muy importante para mí. Están orgullosos porque han criado una persona dentro de los valores que ellos querían”. Y es lo que transmite a su pequeño Aythami cada vez que desembarca. Dicen que la pasión se contagia. Y Zebenzui, advertimos, es contagioso.
En el cine hay un axioma que se enseña en primero de la carrera: que el primer fotograma y el último de una película quedan para siempre en la memoria del espectador. El primero lo tenemos. Vamos preparando el segundo.