El mayor encuentro educativo para orientar al estudiante sobre las dudas de su futuro académico se cerró con éxito de asistentes para los organizadores (pese a que todo está en internet) y éxito para Salvamento Marítimo. Muchos de los visitantes se acercaron al stand para informarse y conocer más de cerca esta sociedad que salva la vida en la mar y la mar.

Ubicado en el número 7, junto a Cuerpos de seguridad del Estado y Fuerzas Armadas, el stand de Salvamento Marítimo llamó la atención por ofrecer múltiples posibilidades a unos jóvenes que, en capilla para decidir su futuro, aún no saben qué estudiar.

Durante 5 días, del 22 al 26 de marzo, Salvamento Marítimo fue un punto de encuentro para estudiantes y también para profesores y orientadores, que veían en esta casa una alternativa “profesional y vocacional”, como dijo Marisa, orientadora de un instituto concertado. “Me voy gratamente sorprendida del abanico de posibilidades que esta sociedad ofrece a los alumnos. Pueden optar desde una FP como Mecánica a un grado superior como Bilogía o Náutica”.

“Capitanes, patron@s de altura, mariner@s, controlador@, mantenimiento y también cocineros y cocineras”, enumeraba la jefa de Servicio de Gestión de Personal, Tatiana Legorgeu, mientras explicaba a unos estudiantes las distintas posibilidades de un trabajo que “tiene mucho de vocacional”. En ese sentido, Legorgeu, con los folletos en mano, insistía en que es un trabajo de servicio, 24 horas los 365 días “que merece la pena. Salvar vidas siempre merece la pena”.

En el stand se agolpaban jóvenes que querían saber. Los informadores no descansaban. Repetían las veces que hiciera falta: más de 680.000 vidas salvadas en 30 años, 20 centros de coordinación, 87 unidades marítimas, 6 bases estratégicas de salvamento y datos sobre el centro de Jovellanos.

“La oferta educativa crece cada año con nuevas profesiones y salidas laborales. Por eso es importante que estemos en AULA y en otras ferias educativas y de formación. Llegan con una idea, o sin ideas, y se dan cuenta que hay otras posibilidades que ni conocían”, dice la jefa de Servicio de Gestión de Personal mientras toma los datos de otro instituto que quiere información.

A su lado, Carmen Linares, del departamento de Recursos Humanos del Área de Flota, recordó un refrán que refleja lo que supone este trabajo. “Trabaja en lo que te gusta y no trabajarás nunca”. Aunque todos los allí presentes trabajaron y mucho. Hay quien preguntó por el grado de cocina, por cómo solicitar plaza una vez acabada la carrera de Náutica o si hacían falta mecánicos. Y sí, hacen falta mecánicos, mecánico mayor naval, marinero electrotécnico, técnicos de operaciones de bases logísticas. Y mujeres, mecánicas en femenino que, por suerte, han dejado ya de ser una excepción.

La lista para recibir información crecía por momentos. María vino a acompañar a sus hijas. La pequeña tiene que elegir carrera y anda (o nada en este caso) en un mar de dudas. Le gusta la bilogía, le gusta el mar, la naturaleza, defiende los mares limpios y se quedó atrapada cuando le hablaron de la Lucha contra la Contaminación (LCC) que hace Salvamento Marítimo. Su madre sonreía: “Ha sido un acierto venir”. Tanto como que al stand se acercara el controlador del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Fisterra, Juan Tomás Lobeto. Su experiencia en no pocas emergencias convenció y enganchó a los que querían saber. Algunos, muchos, salieron cargados de folletos.

Cuando se cerraron las puertas de Aula, en el aire había una sensación de satisfacción y la seguridad de que hay futuro. En el aire, el grito de muchos estudiantes: “Yo soy Salvamento Marítimo”.