Revista Informar
Un "bitly" para Néstor Perales
Las Caras Del Mar
03 DE ABRIL DE 2017

El Jefe de Inspección Aérea de Salvamento Marítimo, Néstor Perales, se descubre en esta entrevista más personal en la que saca pecho por Salvamento Marítimo. "Me siento orgulloso", dice de un trabajo que le llena como ingeniero y como persona. "Una vez que entras, es difícil escapar".
Maite Cabrerizo
Carmen Lorente (fotografía)
Al final de esta entre entrevista, la historia de Néstor Perales (Jefe de Inspección Aérea de Salvamento Marítimo) será sólo un bitly. Sí, ese acortador de direcciones URL que hace que toda una vida quepa en un tweet o en un post. No sé cuál sería su contrario, uno que pudiera alargar en el tiempo la hora y un minuto y 13 segundos que, exactamente, ha durado la entrevista. Con algunas escapadas a lugares comunes (a mí también me gusta el monte o viajaría a la Polinesia francesa) y con la ventaja de poder sumar a esa hora la información adicional que nos llega de verle pasear por la Casa con aire fresco y contagioso; con buenas nuevas que contar sobre prototipos, sobre los nuevos drones, sobre reuniones en las altas cumbres. Contar siempre mirando hacia adelante.
Nos haría falta un anti-bitly que permitiera escribir Cinco horas con Néstor. Nada que ver con las Cinco horas con Mario de Delibes, dios nos libre. De ello sólo nos quedamos con el título y con el perfil del protagonista muerto, un idealista que, como el nuestro, dedica tiempo a los que ama y a lo que ama. A sus tres hijos y a su trabajo. Un personaje que como Mario, no alardea de sus virtudes. No por timidez, sino porque en él todo es espontáneo.
Su CV era envidiable cuando llegó en 2005 a Salvamento Marítimo. Nadie lo duda, Pero lo que seguramente le abrió las puertas fue ese perfil contagioso y su apostilla al final de la entrevista. “Cuando me preguntaron qué me parecía dije que el salario estaba por debajo de precio de mercado, pero el proyecto me motivaba y me gustaba. Que me apetecía trabajar con ellos”, dijo. Y entró. Y es difícil que salga “porque de aquí es difícil escapar. Engancha. Por su razón de ser, por los equipos humanos y tecnológicos que tenemos”.
“Chico” Airbus
Era 2005, después de la crisis del Prestige y cuando esta sociedad dependiente de Fomento apostaba fuertemente por el salvamento de la vida y de la mar. “¿Puede haber algo más emocionante?”, pregunta este ingeniero aeronáutico, pese a que él llegaba de un mundo no menos emocionante. El mundo de Airbus. Era un chaval aun cuando tuvo la oportunidad de ser uno de los 5.000 ingenieros de toda Europa elegidos por el grupo francés para poner en marcha el A380, el avión comercial más grande del mundo. “Fueron de los mejores años de mi vida”, recuerda.
“Trabajaba en Toulouse con compañeros de diferentes nacionalidades y todo aquello era increíble”. Una Torre de Babel, 29 años, el mundo por delante y un avión que iba a hacer historia. “Estuve en el pico de trabajo en el departamento de propulsión. Airbus necesitaba 5.000 ingenieros y yo fui uno de ellos. Siento orgullo y privilegio pese a ser un grano de arena dentro de un gran mar”.
Su aventura francesa duró dos años. Pero pudo más el amor que la razón y se vino a España, sin trabajo, pero con grandes ilusiones cargadas en su maleta y una experiencia que le abrieron muchas puertas. Las de esta Casa también.
“Me costó irme, pero en empresas muy grandes como Airbus focalizas tu trabajo en un área y pierdes la perspectiva del conjunto. Prefería ser un actor con mayor participación, donde tengas presencia en todo el conjunto”.
Y es aquí donde sale el Néstor Perales actor, amante del teatro, que no teatrero. Cuando ha tenido la oportunidad de subir al escenario algo cambia en él. Se deja llevar por esa pasión que engorda su alma de artista. “Me gustaría seguir”, dice de repente. “Creo que es necesario y una asignatura obligada para todos los que gestionan equipos”. Y razones no le faltan, porque en su papel de Jefe de Inspección Aérea sale a escena cada día, ya sea en España, con su equipo de gente, ya sea en escenarios internacionales, donde defiende el papel de esta Sociedad ante quien haga falta. “Saber exponer el tema, el tono de voz, la empatía con el público, la sonrisa puede hacer que un proyecto triunfe o fracase, aunque sea bueno”.
Los suyos triunfan. “Yo me siento orgulloso. A nivel internacional, no tenemos nada que envidiar a nadie. Estamos a la cabeza en tecnología, una de las mejores”, apunta.
Llegó en enero de 2005, pero no sería hasta septiembre cuando hizo la entrevista que le abrió las puertas. Mientras tanto, fue director técnico de una compañía que lanza paracaídas y que necesitaba un ingeniero aeronáutico. No llegó a lanzarse nunca… de momento. Como tampoco a pilotar un avión de los que tan bien conoce… de momento. “Empecé a sacarme el título de piloto privado y no lo descarto terminar”.
Nosotros lo damos por hecho, como que después de la entrevista en septiembre le harían un hueco, justo cuando Salvamento estaba en proceso de desarrollo. “Siempre me he permitido trabajar en sitios que me gustaban, que me llenaban”.
Ya se habían comprado los tres aviones, “pero había que diseñarlos, configuración de asientos, interfaz de sistema de emisiones, colocación de antenas…” Eran aviones de alta tecnología, “la punta de lanza”.
A Néstor Perales le brillan los ojos cuando lo cuenta, como si de sus pequeños se tratara. Y en gran parte lo son. Con nombre propio. Sasemar 101, Sasemar 102 y Sasemar 103. Preguntarle cuál es su preferido es cómo peguntar si quieres más a papá o a mamá. “Me quedo con los tres”, dice con rotundidad. “El Sasemar 101 fue el molde. Al 102 lo desplegué desde la factoría y el 103 me lleva a Canarias. Mis dos hijas tienen nombre canario”.
Fue aquí donde también conoció de primera mano el mundo de los helicópteros, ese ese universo particular que le tiene enamorado. “Cuando corres esa cortina pasas a otro mundo que es increíble”. A decir verdad, Perales dijo “¡es la leche!”. Por esa emoción que no es impostada ni postureo. Todo lo contrario.
Como dijera Paulo Coelho, “las emociones son como caballos salvajes. No son explicaciones que nos ayudan a seguir adelante, sino nuestra voluntad de seguir adelante”. Y en el caso de ese Jefe de Inspección Aérea la emoción se nota en su forma de hablar. Ora de los helicópteros (“están cerca de tierra. Lo mismo llevan trabajos en alta montaña que salva gente”) ora de sus aficiones (“ahora mismo tengo un pequeño reto que es subir el Aneto, el Posets y Monte Perdido, las tres más altas del Pirineo, de forma seguida en el mismo verano y sólo. Irme sólo a la montaña y a mi ritmo y con mis discusiones internas”).
Esa soledad que busca contrasta con la cercanía que transmite en el trabajo y la que busca con su gente. Por eso viaja con las tripulaciones, para conocer de primera mano a los equipos, sus necesidades, cómo se trabaja, cómo es el día a día. Perales habla de lo que él denomina un termómetro de servicio, “y que sólo se tiene cuando te integras y vuelas con ellos”. “Cuando hay una operación, la gente trabaja en equipo. Somos un equipo y eso se siente”, dice orgulloso de formar parte de esa alineación.
Ingeniero no hay duda de que lo es. Y exótico también. Porque aunque su carrera fue de altos vuelos, su trabajo está muy vinculado al mar. Un binomio que maneja a la perfección por ese carácter suyo inquieto, de hombre pensante, de mirar siempre adelante. “Hay que seguir siempre andando”.
Y en este punto de la entrevista avisamos. Si tienes un móvil cerca o cualquier juguete tecnológico, retíralo si aún estás a tiempo. Suele ocurrir con los ingenieros y Néstor Perales no iba a ser distinto. “La verdad que cualquier ingeniería me hubiera valido. Me gusta mirar las cosas y ver cómo se han hecho”.
De ahí que su vida sea como un parque temático donde hay nuevos retos cada día, como el mundo dron en el que anda inmerso. Y volvemos a ese subidón de adrenalina que contagia, y que hace falta. Repite su frase. “Hay que andar hacia adelante. Siempre hacia adelante”.
Ahí está este Jefe de Inspección Aérea. Unos pasos por delante en busca ahora de ese dron mágico: “sería una aeronave muy rápida, que volase muy deprisa con sensores capaces de detectar objetos muy pequeños en la mar y poder estar muchas horas en el aire (de 16 a 20 horas) que permita hacer búsqueda de distancias enormes y operaciones permanentes. Pueden tardar 15 años, pero estamos seguros que hay Néstor Perales para 15 años… y más.
Sonrisas que le delatan
A sus 43 años hay algo que Perales no puede controlar: las emociones. Se emociona cuando habla de los equipos de Salvamento. “Cuando sigo las noticias en televisión siento, me sale la cara en la sonrisa”. Sobre todo porque nunca pensó siendo aún un estudiante de Ingeniería que se dedicaría a una labor como la propias de salvamento, salvar vidas, salvar la mar. “¡Vivir esto es increíble!”. Para él y para sus tres hijos, Dara, Nayra y Hugo. “Cada vez que ven una cosa naranja dicen el barco de papá, el avión de papá”.
El último bitly
Vaya por delante que somos defensores del bitly; que sin él, nuestra labor sería compleja; que soñamos que cuando aparece uno, el lector linke en esa especie de matrícula para saber más. Pero aun así, nos quedan dudas sobre su capacidad de recoger emociones. Los pro tecnológicos hablan de softwares capaces de distinguir si una persona está triste o feliz o llorosa o enfadada. Los que sólo tenemos móvil y poco más nos dedicamos a mirar a los ojos, a tocar con las manos, a hablar con las personas para saber más allá de drones lo que este ingeniero aeronáutico siente y piensa.
“¿Mis hijos? Lo que más me gusta hacer con ellos es disfrutarlos. Es decir, estar con ellos y hacer cualquier cosa: ir a comprar, comer fuera, cenar con ellos, acostarles. Valoro muchísimo los pequeños momentos y las cosas más elementales. Para mi prepararles la cena o apagar las luces de la casa para ir a dormir sabiendo que están ahí, ya es una gozada”.
Investigando en ese afán que nos ha contagiado este ingeniero de ir más allá, hemos descubierto que el bitly ya no es sólo un acortador de URLs, sino también un agregador de favoritos. Nosotros ya lo hemos puesto entre los nuestros. ¿Y tú?
*Próxima semana. Es importante el equipo, pero no menos importante es la cantera, ese banquillo en la reserva preparado para saltar al campo en cuanto se le llama. Como Oliver Peñil, patrón en la Salvamar Castor, y antes marinero en la Alonso Sánchez y Segundo Oficial en la Guardamar Polimnia. Dice un proverbio chino que “No basta ir a pescar peces con buena intención. También se necesita llevar red”. Y podemos asegurar que Oliver Peñil ya la tiene preparada para lanzarla allí donde haga falta. Siempre.