Revista Informar
"Prefiero que me llamen capitán, capitana era la mujer del capitán"
Las Caras Del Mar
03 DE OCTUBRE DE 2016

En su infancia Vacaciones en el Mar triunfaba en la televisión, pero por aquel entonces Ana Penela sólo pensaba en petroleros o mercantes. Aun así, la capitana del buque PUNTA SALINAS vive su propia película aMARTe, porque fue en el mar donde se enamoró de un marino y jefe de máquina en el Alonso de Chaves. La primera y única mujer capitán de Salvamento Marítimo prefiere que le llamen capitán, "porque capitana era la mujer del capitán"
Maite Cabrerizo
Edición de fotografía: Carmen Lorente
Si hubiera que poner título a la película protagonizada por Ana Penela no sería otro que aMARte. Y razones no faltan a la que es la primera y la única mujer capitán de Salvamento Marítimo. Ama el mar por encima de todas las cosas, porque le ha dado todo. Un trabajo apasionante, una vida de aventura, una carrera con proyección y, sobre todo, a su gran amor. Un día embarcó y… salió con novio. O él con novia. Pasa que a veces la realidad supera la ficción y ésta, la de Ana y la de su marido Xavier Pares, es uno de estos casos. Facilitamos el guion para el director que se anime a hacer un largo: ella, la protagonista de aMARte, capitán de barco en el buque Punta Salinas; él, jefe de máquina en el buque Alonso de Chaves también de Salvamento Marítimo. Ella, embarcada en Canarias; él, en Gijón. Un mes de descanso, un mes a bordo y mientras, en tierra, una niña de 13 años que cuidan los abuelos en Avilés.
“A la gente le parece extraño”, dice Penela, habituada a que le hagan preguntas. Todos los días por la noche, con la mar ya en calma y el barco tranquilo telefonea a su familia. Y a su marido. Conversación entre capitán y jefe de máquinas en la que hablan de todo menos de trabajo. “Hablamos del día, de la familia, del colegio”. Lo normal dice en una profesión vocacional, que se lleva o no se lleva. Y Ana Penela lo lleva.
De Avilés, 47 años, siempre tuvo claro que quería hacer Naval y ver mundo. En su infancia, la película Vacaciones en el Mar triunfaba en la tele, pero ella no ha llevado ni piensa en llevar un crucero. Todo lo contrario. Sus barcos siempre fueron petroleros o bulk carriers, buques mercantes de gran tamaño para el transporte de mercancía.
Aunque en un principio sus padres pensaban que sería un capricho (“estudia otra cosa y si quieres practica vela”- le decían), pronto se dieron cuenta de su error y la dejaron volar. O mejor navegar. “Yo siempre quise conocer mundo. Era joven y tenía ganas de ver”. Y lo hizo. A los 23 años estaba ya en el Golfo de México embarcada durante largos meses en un mundo masculino. “Pero nunca tuve problemas de discriminación”, aclara. Por su carácter, por cómo es, por esa tranquilidad que transmite (a la vez que seriedad que se le presupone a un cargo de alto nivel). Ana ni se ha sentido lejos ni que estaba en el lugar equivocado, subraya desde el puente de Punta Salinas.
Amor en alta mar
Aclaramos primero una duda. ¿Capitán o capitana? “Capitán”, subraya, “capitana se le llamaba a la mujer del capitán”. Y aquí (con todos los respetos) la que lleva los galones es ella.
Petroleros, gaseros… Pasó de alumna a oficial y fue en un bulk carrier en 1999 cuando la tercera oficial de puente en aquel momento conoció al segundo oficial de máquinas. Recorrían Argentina-Holanda y, por eso de poner tensión en la historia, lo cierto es que las chispas que salieron de ahí olían a chamusquina. “No me caían bien. Ni yo a él”. Y sin embargo, cuando salieron del barco ya empezaron a vivir juntos.
Lo tenían claro. Sí al mar y sí a ese matrimonio en el que Ana dejó de navegar durante tres años para poder tener a la niña. Era 2003. Y en ésas, cuando pensaba en cómo reorganizar su vida, llegó la llamada de Salvamento Marítimo. “Yo pensé que querían hablar con mi marido, pero no, me llamaban a mí”, sonríe. Cumplía los requisitos que se demandaban. “Querían meter mujeres en la flota, además estaba casada y tenía una niña”. Una llamada que cambió su vida, sus vidas, porque al poco tiempo también Xavier entró a formar parte de esta gran familia que es Salvamento.
Hubo que sentarse, hacer un concilio familiar y cuadrar un calendario que incluía abuelos. “Pedimos que se nos embarcase el mismo mes para coincidir en las libranzas”. Un mes en la mar y uno en casa. “Al principio era un poco difícil dejar a la niña, pero luego te acostumbras”. Y un mes en tierra vale el doble de la gente “normal”. Si normal se entiende por familia tradicional que duerme en casa todas las noches. “Nosotros dormimos en el barco, pero lo sentimos como nuestra casa”, dice Ana orgullosa de su trabajo.
Son muchas horas, algunas buenas (“salvar vidas te llena de gratitud”) y otras no tan buenas, como fue el rescate de tres compañeros fallecidos en el accidente del Helimer 207 en 2010. Y varios también los barcos en los que ha navegado: el Alonso de Chaves, Luz de Mar y ahora Punta Salinas. Así es Penela en el día a día, un mujer que ríe, se alegra, sufre, que es madre y capitán, abanderada de una tripulación en la que se juegan mucho. Por eso esas dos Anas, la Ana madre (la que se ve en tierra) y la Ana capitán que siempre mantiene firme la mano en el timón aunque haya tormenta. Con Penela, y su tripulación lo sabe, siempre llegan a buen puerto.
*Próxima Cara del Mar: JUAN CARLOS RIVERO. Administrativo Centro de Coordinación de Salvamento Tenerife