Revista Informar
Los alumnos de buceo del IGAFA hacen prácticas en nuesta base en Ferrol con la campana húmeda
Pañol De Proa
23 DE ENERO DE 2017

Y de la teoría a la práctica. Y de las clases en el aula del Instituto Galego de Formación en Acuicultura (IGAFA) al BEC de Ferrol. Durante dos semanas los alumnos de buceo del IGAFA han realizado en Ferrol prácticas de inmersión desde la campana húmeda.
Maite Cabrerizo.
Martes 9 de la mañana. El puerto exterior de Ferrol es un bullir de gente desde primeras horas de la mañana. Tampoco la prensa ha querido perderse este momento de lo que, por suerte, es sólo un simulacro. Y es que, un equipo de Salvamento Marítimo con base en Vilar de Cono (Fene) va a probar en la ría un equipo de rescate que se utiliza para casos límites: la campana húmeda. Se trata de un sistema único en España (su gemela está en la base que Salvamento Marítimo tiene en Cartagena) que permite inmersiones hasta 90 metros de profundidad con toda seguridad para los buzos. Esta joya gallega se utiliza para la fachada Cantábrica y la Atlántica.
Pero hoy es un día especial, comenta Marcos Riestra, técnico en el BEC de La Coruña. Hoy los protagonistas y privilegiados de probar un sistema novedoso de rescate subacuático son los alumnos del Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa).Tras una semana de teoría, llega el momento de ponerse a prueba; de demostrar que están preparados para sumergirse en este mundo.
Estas prácticas, que se realizan gracias a la colaboración con la Dirección Xeral de Desenvolvemento Pesqueiro de la Consellería do Medio Rural e do Mar de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima del Ministerio de Fomento, se orientan a formar a los alumnos en las técnicas y protocolos de inmersión en campana húmeda.
Fotos del BEC Coruña
Hoy toca rescatar un buzo con problemas. Toca sumergirse y ayudar a un compañero que no puede subir a la superficie. Es el turno de Marta Cortés y Anxo Martínez. Pero no están solos. Los ejercicios son supervisados en todo momento por los profesionales, que desde las pantallas ubicadas en la sala de control dirigen la operación. Imagen y sonido que acompañan a un rescate que dura unos 20 minutos. “Esta infraestructura ofrece a los submarinistas una seguridad poco habitual cuando se desciende a 90 metros de profundidad”, explica el coordinador de buzos de Salvamento Marítimo, Manuel Ruiz.
Ruiz está rodeado por una docena de jóvenes, alumnos del ciclo medio que se ponen a prueba por primera vez, acompañados de su profesor Vicente Varela. La emoción se palpa en la sala de control, donde las instrucciones son seguidas al milímetro. “para que nada falle”, dice uno de los estudiantes que en ese momento se comunica con Marta Cortés.
“Desde el control se observa cada válvula, percibimos cualquier movimiento o cualquier problema que pudiera haber y que nos obligara a abortar la operación para recuperar a los buzos”, tranquiliza Manuel Ruiz. Cada buzo lleva una cámara en el casco, la campana una cenital y hay una cuarta cámara en el exterior. Todo bajo control.
La campana húmeda
El sistema más seguro para los buzos. La presión permite que la cúpula de la campana permanezca en todo momento sin agua. En caso de que los buceadores se queden sin aire, podrían quitarse el caso y respirar bajo el mar sin problemas en este habitáculo que tiene reservas para al menos 6 horas. “Tiempo suficiente para actuar”, apunta Ruiz.
El buceo convencional en el cual el buzo se sumerge llevando su propio suministro de aire o proporcionándoselo a través de un umbilical es un método válido hasta ciertas profundidades. El buceador autónomo está limitado en casi todos los países a los 50 metros y el buzo con umbilical desde superficie respirando mezclas de gases, hasta unos 90 metros, aunque sin las ventajas de seguridad y rapidez de uso que aporta esta campana.
Fotos del BEC Coruña
Los alumnos se enfundan un traje de agua caliente que mantiene en todo momento el cuerpo a una temperatura ideal para trabajar. Del pecho hacia arriba permanecen siempre secos. Una vez equipados, la “jaula” como la llaman, desciende hacia el agua, conectada siempre con el cordón umbilical que se desliza por la polea.
Casos reales
Aunque como dicen todos, la campana es mejor que esté quieta, “señal de que todo es normal”, apunta el jefe del CCS en Coruña, Jesús Iglesias, ya se ha utilizado en varias emergencias como el naufragio del Mar de Marín, un barco hundido en las Islas Cíes con 5 marineros fallecidos y cinco supervivientes.
Se utiliza desde 2010 y siempre está a punto dentro de un contenedor para ser transportada junto a la sala de control, un taller y una cámara hiperbárica.
“No hay duda de que esta base es estratégica en anticontaminación. Nuestros medios no tienen nada que envidiar a los de los países de nuestro entorno. Se ve en las operaciones que realizamos”, dice Jesús Iglesias, que atiende a los Medios de Comunicación que quieren saber si Galicia está en buenas manos. Los titulares al día siguiente no dejan duda, lo están.
A pocos kilómetros, en la base de Vilar de Cobo, Marcos Riestra supervisa los equipos. Porque el mar no descansa, pero nosotros tampoco.
Fotos del BEC Coruña
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