Revista Informar
"Estoy completamente enamorado de mi trabajo"
Las Caras Del Mar
30 DE ENERO DE 2017

Pablo Benjumeda es uno de los 13 operadores de medios tecnológicos de Salvamento Marítimo. Desde las consolas del avión Sasemar controlan el mar: localización de pateras, lucha contra la contaminación...
Maite Cabrerizo
Tania Castro/ Pablo Chacón (fotografía)
“Estoy completamente enamorado de mi trabajo”. Y pedimos perdón a Pablo Benjumeda por airear su máxima, por contarlo sin su permiso. Pero cuando se habla de salvar vidas, cuando se habla de salvar la mar, hace falta algo más que unas clases de teoría y muchas horas de vuelo. Hace falta eso que Pablo Benjumeda tiene en sangre y que desvela sin tapujos. Eso que le hace a él y a sus compañeros especiales y que coloca a Salvamento Marítimo en el punto de mira internacional. “Está mal que yo lo diga, pero en todos los entrenamientos internacionales somos los equipos mejor formados, con mejor cualificación y mayor experiencia en vuelo nocturno”.
Ahora sí, ahora ya podemos presentarle: Pablo Benjumeda Herreros, 37 años, de Málaga y operador de medios tecnológicos. Uno de los 13 elegidos por Salvamento Marítimo para dirigir las misiones de los aviones Sasemar 101, Sasemar 102 y Sasemar 103. “Contamos con los mejores equipos tecnológicos y humanos”, dice orgulloso de ser uno más de ese engranaje. O son ingenieros o son marinos de carrera o son oceanográficos. “Buscamos esos perfiles porque entre todos hemos creado sinergias que hacen que estemos ahí arriba”.
Muy arriba, tan arriba que metido entre software y hardware parece que Benjumeda hubiera nacido en un avión. Describe cada paso, cada programa en los que ha participado como si le fuera la vida en ello. Y en parte le va, a él y a quienes con su trabajo han ayudado a salvar vidas humanas. En su caso, por el tiempo que lleva en Salvamento Marítimo, son muchas.
No malinterpreten. Que Benjumeda hable de programas informáticos y de tecnologías impronunciables no le convierten en un tipo raro. Al revés, se hace interesante y emociona esa pasión por lo que hace, por lo que vive y siente. Ama lo que hace.
Con Benjumeda no hablamos de su niñez; con este operador de medios tecnológicos vamos al fundamento, a cuando estudió Ingeniería Superior Industrial para dedicarse a lo que le gustaba. Si es cierto que miraba los aviones desde tierra, pero sabía que la economía familiar no le permitía llegar a piloto… todavía.
Forjado en Airbus
Después de acabar la carrera y pasar por Londres para fregar platos (“una buena escuela”, reconoce), tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Airbus en construcciones aeronáuticas. El 13 de octubre de 2008 se incorporaba a Salvamento Marítimo como instructor de los complejos sistemas que manejan los equipos. “Llegué por la puerta grande”, reconoce.
En ese momento Salvamento Marítimo estaba creciendo. La llegada masiva de pateras, la lucha contra la contaminación… A raíz del desastre del Prestige se empezó controlar el hidrocarburo en nuestros mares con la incorporación de equipos de lucha que permitían geolocalizar la mancha tanto de día como de noche. Y si alguien sabía de todos esos nuevos sistemas era y es Benjumeda. “Necesitaban personas que los formara y fuera instructor de toda esa flota, de liderar esos proyectos y establecer protocolos”. Llegó como coordinador (puesto en el que ha estado hasta hace dos años) y formando a la gente.
Y eso le gustaba porque en cierta manera era como poner en práctica lo que él hacía en Airbus. “Me quedé con el runrun. Dábamos teoría de unos aviones increíbles, pero siempre pensaba que sería bonito algún día volar en ellos, ver la aplicación real, pasar al otro lado”. Y no se lo pensó. Ni se lo piensa. “He tenido buenas ofertas laborales y más jugosas, pero ponía a un lado de la balanza el valor de este trabajo y la satisfacción que me llevo de Salvamento Marítimo y al otro lado la nueva propuesta y no hay duda hacia donde se equilibraba”. Porque ser ingeniero y tener la cabeza como un computador no va reñido con ser un apasionado de su trabajo, y que crece cada año que pasa.
Cambiar el mundo
Decía el científico y escritor estadounidense Isaac Asimov que “la ciencia puede divertirnos y fascinarnos, pero es la ingeniería la que cambia el mundo”. Y es lo que hace Pablo Benjumeda sin él saberlo. Éstas son algunas de sus explicaciones, de esa incontenencia verbal que engancha, que emociona aunque uno (profano en la materia, valga decir) no pueda seguirle los pasos. “Somos los primeros en llegar a una misión. El avión es un medio de búsqueda inmediata. Su bonanza es llegar a áreas muy grandes con unos equipos muy complejos y con operadores muy buenos”. Y no es prepotencia sobrevenida, sino la realidad que se palpa a nivel internacional y donde Salvamento Marítimo lidera los primeros puestos.
En el día a día trabaja en la base de Valencia. Pero su pasión la lleva a allí donde vuela, ya sea hablando de la lucha contra la contaminación del mar, ya sea salvando vidas. “Cuando digo que trabajo en Salvamento Marítimo el orgullo te sale del pecho”.
Es labor del periodista contar, pero a veces, y éste es el caso, es mejor dejar hablar. “Nos asignan un área y un patrón de búsqueda. Cuando estás arriba, todo es un punto de radar. De repente entras en zona. Es excitante. Transformar el punto de radar en una barca es increíble. La tensión, la emoción antes de encontrar a la patera… Todo eso sigue vivo pese al tiempo”. “Cuantas más pateras encontramos, más emoción genera. Y cuando luego vemos las fotos o las imágenes que comparten las tripulaciones de los barcos de Salvamento, más importancia damos a nuestra labor. A la de todos los compañeros”.
Habla con el corazón de un profesional. La experiencia le hace controlar el trabajo, pero no merma su capacidad de emocionarse. Eso nunca. “Cuanto más se alarga la misión hay más nervios porque sabemos que hay gente abajo. Lo peor es volver a casa sin encontrarlos”.
Y de eso sabe mucho su novia. Lo primero que hace cuando llega a tierra es llamar a su pareja o mandarle un mensaje o una foto de ésas que emocionan. De esas que tantas veces le llegan desde los barcos en los que se ve a los rescatados (esos puntos rojos de radar) abrazados, ¡vivos! A veces, cuando la labor se torna complicada, cuando pasa el tiempo, cuando apura el combustible, le pide al comandante tiempo, sólo un poco más, ¡unos minutos más! Pero la realidad no siempre es la que uno quiere. “Si no ha habido suerte, ese día cuesta dormir”.
Pero nosotros dormimos tranquilos sabiendo que Benjumeda está ahí. Con los sueños de aquel joven que un día decidió darlo todo; con los sueños de quien a veces prefiere pedir perdón a pedir permiso.
“A todos aquellos que creen en lo que hacen, porque para pescar hay que ponerse cerca del mar”. (Esclarecidos) . Hoy, en especial, dedicado a Pablo Benjumeda.
*Próxima parada. Almería. Guardamar Polimnia. Dice el marinero Jorge Gallego, “trabaja en lo que te gusta y no trabajarás nunca”. Y es en esa paradoja donde hacemos la entrevista a alguien que trabaja, ¡y mucho!; que se deja todo en cada misión; que ha ayudado a convertir la Polimnia en un referente en el mar de Alborán. El objetivo de Jorge fue siempre ayudar a los demás. Y lo hace. Su sonrisa generosa se ha convertido en la “aspirina” que necesitan los niños que llegan en patera. Con Jorge ríe y sonríen. También nosotros. ¿Puedes esperar una semana?