Revista Informar
"En la Salvamar toda la tripulación somos uno. Es la otra familia"
Las Caras Del Mar
07 DE NOVIEMBRE DE 2016

Un currículo entregado justo a tiempo, una plaza en alguna parte y ganas, muchas ganas de darlo todo, de hacer más... Son los credenciales de CARLA FERRER, marinera en la Salvamar ALPERATZ
Maite Cabrerizo
Carmen Lorente (tratamiento de fotografía)
Hay ocasiones en que el periodista no sabe cómo empezar una entrevista; en otras, sin embargo, sobran ideas. Es el caso de esta nueva cara del mar, Carla Ferrer González, marinera en la Salvamar Alpheratz.
La primera es la más emotiva; ésa que se queda grabada y no sólo en fotos; ésa en la que uno piensa que no se ha equivocado de profesión. Ocurrió el pasado mes de julio, tras asistir a una persona en alta mar que llevaba dos días a la deriva. La carta recibida en Salvamento Marítimo decía así: “En momentos de extrema dificultad y máxima enfermedad, encontrar un barco junto a tu costado, con una tripulación dispuesta a dar la vida por ti, sencillamente no tiene precio, y de igual manera es mi deseo transmitirle infinitos sentimientos de quien como es mi caso se encuentra a la deriva más de dos días y recibe la ayuda, el cariño y la ayuda de para mi tan insigne tripulación”. Y acababa con un deseo: “Tomando cierta confianza, para terminar mi escrito de agradecimiento, quiero decirle que si la llave del cajón de las medallas estuviera en mi poder, no dude las más grandes lucirían el pecho de David, Carla y Josu. Honor y larga vida a los que te quieren y dan la vida por ti sin tan siquiera saber quién eres”.
Y Carla se emociona al recordar el momento. Se emociona y echa hasta alguna lagrimilla porque, pese a los años en servicio, cada día es especial. Así comienza este reportaje. El otro comienzo para Carla, la marinera de 39 años y dos pequeños, lo dejamos para el final.
“La carta me puso los pelos de punta. Es muy bonito que te digan eso. No siento que hiciéramos nada especial, pero cuando te encuentras con personas que lo pasan mal y te dicen estas palabras, la agradecida eres tú”. Y es que ése es el estado natural de Carla. Agradecida y feliz por naturaleza, porque siente que está donde siempre quiso estar, por ver cumplido su sueño de trabajar en el mar haciendo algo tan especial como salvar vidas. “¡Y ya ver la carita de mi niño de cinco años cuando en el colegio dice en qué trabajan sus papás emociona!”, dice. En plural, porque si Clara está de marinera, su marido está de engrasador. Otro barco, otro horarios, pero cuando las pasiones se comparten, todo cabe.
Carla ejerció de patrón, pero la maternidad le ha dado un respiro para poder compaginar sus dos amores. El mar y la familia. Por igual, porque aunque es de secano, de Madrid, siempre supo que un día trabajaría en un barco. Lo supo ella y su familia. “¡Lo sabía!”, dijo su madre. “Sabía que ibas a acabar aquí”. Y las madres tienen muy buen ojo, sobre todo cuando a los 20 años decides que te vas con tu novio a Canarias a pensar a ver qué haces con tu vida. “Me tomé un periodo de reflexión, pero sólo pensaba en el mar”. Y en esa vorágine que es el mundo de la hostelería tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en una productora audiovisual grabando cetáceos. Aquello fue el aperitivo. “Pero yo quería más; quería trabajar en un barco; quería llevar el barco. Más y más”.
Y con ese más y más comenzó sus estudios que le permitieron por fin embarcar en el mismo crucero de recreo, pero ya como marinera. Lo resume en dos palabras. ¡Me encantó! Ahí pasó siete años, hasta que en 2008 se le abrieron las puertas en Salvamento Marítimo. Un CV entregado justo a tiempo, una llamada inesperada, una plaza en algún sitio… “Llegó de casualidad. Era un sueño cumplido. Cuando estudiaba siempre veía la torre de control en Tenerife, veía sus barcos e imaginaba que algún día…”
Porque Carla pedía más al mar que los paseos de recreo. Más que pedir, quería dar más, hacer cosas por otros. Fue el boom de las pateras lo que le abrió las puertas. Y ahí llegó la temida pregunta “¿Iba a servir para este tipo de trabajo?” Los años le han dado la respuesta. Sí.
Inicios complicados
Entró un 2 de julio de refuerzo en la embarcación de la Gomera y al día siguiente ya tenía una patera. Todavía se emociona, todavía se le eriza la piel cuando recuerda los cadáveres. “Es lo más feo de salvamento”. Y dice feo como eufemismo de penoso, de infausto, de tragedia. Pero pese al amargor de volver a casa con ese vacío, se dio cuenta de que no ese había equivocado, de que había otras vidas, otros ojos, que la miraban agradecida, que le aferraban la mano y le daban las gracias por ese vaso de agua, por esa sonrisa amiga. “Los compañeros me ayudaron mucho en ese momento. El patrón nos cogió y nos dio una charla de motivación para entender que esto era un trabajo y que no podíamos llevárnoslo a casa”.
La teoría. La práctica, y todos que trabajan en Salvamento Marítimo lo saben, es otra. Que a los sentimientos no se les puede poner puerta. Sí controlar, educar, pero no cuantificar. “Estaba triste, pero me di cuenta de que no me había equivocado porque ves que estás haciendo una labor importante y es gratificante por las vidas que has salvado”.
De Gomera pasó a Tenerife y luego a Fuerteventura y luego a la Salvamar Alpheratz. Patrón y marinera mientras su marido embarcaba de engrasador en el Punta Salinas. Una vida de marinos que tienen que conjugar con sus dos pequeños. “Sabemos bien a los que nos dedicamos”, dice convencida y agradecida de la ayuda de la familia para cubrir huecos. Sólo una vez pensó en pedir una excedencia. Todavía se acuerda. Paseaba con su hijo de pequeño junto al mar. Y pensó “es que me llama, no puedo. No puedo”. Si a esto se une que el deseo de su hijo es ir algún día al barco de mamá, “¡no hay nada que pensar!”.
Su labor como marinera en la Alpheratz está en cubierta, “aunque en la Salvamar somos uno. Todos nos echamos una mano. Somos la otra familia”. Exigente consigo misma, no descarta seguir creciendo, como sus niños. “Se me pasa por la cabeza… y sí, el día de mañana sí me veo como patrón. Es un sueño que tengo pendiente”.
Y es ahora cuando llega ese otro final anunciado, que bien podía ser el primero. El mensaje/aviso de su patrón David a la hora de hacer esta entrevista. “Cuidádmela bien”. Hecho.
Nota del periodista: Si tenemos en cuenta que Alpheratz es la estrella más brillante de la constelación de Andrómeda, es fácil entender por qué esta Salvamar brilla.
*Próxima semana golazo de MANOLO MATEO, ex patrón de la SALVAMAR EN ALGECIRAS. ¿Cómo se quedan si les decimos que gracias a la patada que le propició el gran Iribar esta promesa del fútbol cambió el campo por la mar?