Revista Informar
"El secreto está en pensar que cada día es como el primero"
Las Caras Del Mar
25 DE OCTUBRE DE 2016

Diego Fontao Regueira es de los que piensa que lo que puede ir bien, irá mejor. Con esa filosofía de vida y saber que quería hacer algo por los demás le llevaron al Salvamento Marítimo. Nunca olvidará aquella llamada que le abrían las puertas a su sueño.
Maite Cabrerizo
Carmen Lorente (tratamiento de fotografía)
Estado de pronoia (lo contrario a la paranoia), ése en el que el individuo tiene la certeza de que todo en el mundo conspira para ayudarlo. Lo que puede ir bien, irá mejor. Así vive Diego Fontao, este nadador de rescate que a sus 32 años va sumando uno a uno sueños que hoy son realidad. Cuando de pequeño veía a la Salvamar Sargadelos en Burela (Lugo), imaginaba que un día navegaría el mundo en el color naranja de Salvamento Marítimo. Hoy lo hace, aunque desde el helicóptero. Llámenle iluso si quieren, idealista o ingenuo, pero cuando en un congreso de trabajo vio a una joven, mandó un mensaje de madrugada al chat familiar para decirles que creía que había encontrado a la mujer de su vida; hoy lo es, recién casado con Marta Moreno, una compañera de esta casa que lleva a gala trabajar en Salvamento. El orden de los factores no altera la suma, y menos en este caso, donde uno y otro lo dan todo.
“Es el secreto”, dice Diego Fontao. “Pensar que cada día es como el primero. Que cada vez que te cuelgas del cable es como si fuese la primera vez. Es una imagen que no se te olvida y que te ayuda a seguir ahí, pensando que es un trabajo único”.
Y así lo siente. Desde pequeño. Cuando con sus amigos de Burela, Moncho y Valentín, se iban al puerto para hacer con corchopán una copia de la Sargadelos que pintaban de naranja. Ha sido siempre su sueño, el que le ha perseguido año tras año hincando los codos, aunque ello le haya llevado a ser llamado cariñosamente el cursillista. Y es que su currículum suma y sigue cursillos de toda índole, siempre pensados en la ayuda a los demás. Socorrista de playa, de ríos, de aguas bravas, de deportes acuáticos, miembro del Grumir (Grupo Municipal de Intervención Rápida de Galicia), Formación marítima, patrón polivalente, el PER, patrón de la embarcación de Cruz Roja…
A los 18 años su vida era como una coctelera en la que iba metiendo cada ingrediente (era también voluntario en Cruz Roja y Protección Civil), pero faltaba darle forma… hasta que vio aterrizar el Pesca II, el helicóptero de la Xunta en Burela. “¡Ahí supe lo que quería hacer!”.
Los ingredientes de ese cóctel se iban mezclando lentamente. Con las ideas más claras, con más cursos y, en el centro de toda esa noria, el motivo que le llevó a vivir de Madrid a Burela: su abuela Pilar, a la que cuidó hasta el último día. Y lo dice emocionado por esa abuela a la que mimaba, contaba sus batallitas y, sobre todo, quería y quiere.
Porque Diego es así, apasionado en su vida y en su trabajo. Apasionado con cada cosa que hace, con cada paso que da por pequeño que parezca. Detalles que le destacan por encima de todo. Acostumbra a llamar a las personas que rescata para interesarse por cómo están. Cuando sube con la eslinga pegado a la víctima, cara a cara, les habla, les acaricia, les anima con esa sonrisa que se dibuja en su cara y que transmite que todo va bien. Y nada de ello es impostado. Es una sonrisa generosa que luego tiene premio.
Susto en Sagunto
Ocurrió este verano. Fue noticia el rescate de cuatro personas que se estaban ahogando en la playa de Sagunto. Uno a uno, Diego los fue izando hasta tenerlos a salvo. La carta de uno de ellos es el mejor relato.
“Mucho mucho miedo, la corriente cada vez más para adentro y cada vez más de noche y al ver que nadie venia en busca nuestra estábamos más nerviosos. Le dije a mi amigo que intentaría ir a la boya para que vieran nuestra posición, logré acercarme a la boya, pero no conseguí agarrarme a ella. Después conseguí regresar hasta la posición de mi amigo y estuvimos juntos, yo lo que hacía era intentar calmar a mi amigo, no paraba de moverse y malgastar fuerzas, me hizo caso y se relajó un poco, pero le dieron rampas en el pie y ni siquiera sentía los dedos de los pies, se le subieron los gemelos y estaba agotado, ya en sus últimas. Se quería agarrar a mí, y le dejé claro que eso no ayudaría a ninguno de los dos, ya que nos hundiríamos ambos. Hasta que al fin vimos sobrevolar vuestro helicóptero y después de un par de vueltas lograsteis vernos. Pero se podría decir que estábamos en el borde de la muerte. Pienso que tuvimos una segunda oportunidad. Una vez más, mil gracias por su trabajo”.
Llamadas que no se olvidan
Dicen que a la tercera es la vencida, pero en el caso de Diego su entrada en Salvamento Marítimo fue a la cuarta. No se le olvidará la llamada de Inaer. 28 de julio de 2012. ¿Cómo olvidar la voz del pasaporte a su sueño? Lloró él de emoción y lloró su familia. El sueño solidario y generoso tomaba forma, aunque fuera para trabajar en el aire. Pero siempre con el mar como referencia. “Cada vez que voy a un ciudad mi GPS me lleva al puerto y no al centro, a ver un par de mercantes. Sigo alucinando”. Y lo dice con esa naturalidad de los más chicos que ven un barco desde la inocencia infantil. Y lo dice ya desde el aire, equipado con ese uniforme que viste con orgullo. Han pasado ya cuatro y siempre piensa en ese primer día, en su primera misión. “Y en celebrar cada operación que realizamos. Cuando volvemos decimos que salimos cuatro y volvemos cuatro”.
Pero por ese estado de pronoia en el que vive inmerso, a Diego Fontao le llaman también Nuble blanca, “porque cuando estoy yo, todo suele estar tranquilo”. Y eso no es normal. Tampoco lo es descubrir un día una persona y de madrugada darte cuenta de que te quieres casar con ella. Los que le conocen sabían que no estaba loco. Ella le dijo que sí, él no lo dudó y ya sueña con el momento en que lleve a sus hijos a conocer el helicóptero donde salva vidas cada día. Sea.
*Próxima semana ISAAC CALO, cocinero en el buque CLARA CAMPOAMOR, con un titular con mucha ‘miga’: “Los cocineros somos los psicólogos del barco. Todos pasan por cocina para charlar un rato”