Revista Informar
El héroe de Portosín
Pañol De Proa
14 DE NOVIEMBRE DE 2019

Un joven de 18 años rescata a 5 pescadores de un barco naufragado en aguas del Castro de Baroña
Maite Cabrerizo
Hay héroes. O al menos en Portosín (A Coruña) hay uno. Joven, de sólo 18 años. De nombre Juan Perol. Su hazaña: salvar la vida de 5 pescadores de aguas del Atlántico. En el mar quedó uno sin vida. Juan sigue pensando que no ha hecho nada fuera de lo normal. Pero los medios de Comunicación, los pescadores rescatados, sus vecinos del pueblo dicen lo contrario. Ésta es su historia.
El día era rutina. Es lo que tienen las temporadas de pesca de jurel y caballa en Galicia. Sales por la tarde y a la mañana siguiente regresas a puerto. Y vuelta a empezar. Es la rutina que a Juan le gusta, sabiendo que tiene mucho que aprender y soñando con ser algún día maquinista de un gran barco
Pero de momento, le toca jurel y caballa. Madrugar y mojarse y volver a madrugar. Sólo tiene 18 años. De Caveiro y familia pesquera. Como sus abuelos. Y, casualidades de la vida, con un tío trabajando como controlador en el Centro de Salvamento Marítimo de Finisterre, Ignacio González Torres.
La del martes es una más. La noche no va bien. Poca pesca y pocas ganas de charlar si no hay pesca. Así son los pescadores. Exigentes con ellos mismos. Tampoco el tiempo acompaña y mañana dicen que será peor. ¡Esto es Galicia! “Las previsiones no eran buenas así que el patrón había decidido no salir al día siguiente”, dice Juan, que ya piensa en cambiar el barco por su BMX o un paseo a caballo.
Lleva sólo 4 meses embarcado en el Ardorán, un pesquero de 24 metros de eslora y 10 personas. Es feliz. Faena a gusto con el patrón Eduardo Carreño. “Sé que es un paso. Me apetece aprender bien el oficio y conocer la mar, pero quiero seguir formándome”, dice convencido de que éste es su mundo.
Sobre las 4 de la madrugada, ya de vuelta y cuando se acercaban a Portosín, el puerto base, el patrón les avisa de una llamada de emergencia. La situación es grave. Desde el Centro de Coordinación de Salvamento de Fisterra, dependiente del Ministerio de Fomento, que ha coordinado la emergencia se pone en marcha el protocolo de rescate y se movilizan la Salvamar Regulus, el Helimer 402 y el Pesca I de la Xunta. El pesquero Divina del Mar, al mando precisamente del hermano de Eduardo Carreño, Iván Carreño, ha embarrancado en las proximidades del Castro de Baroña. Hay que estar preparados para auxiliar si hace falta. Juan y sus compañeros revisan el cabo y la barca auxiliar. El resto de los barcos que faenan en la zona también están alerta e iluminan con sus luces la noche.
La ley de la solidaridad
En la mar hay una norma escrita que es la obligatoriedad de prestar auxilio, y hay otra norma no escrita que sólo quienes navegan conocen y es la solidaridad hacia los compañeros, su apoyo en los momentos complicados, en las largas horas de soledad. Son normas de la mar y un pacto tácito que Juan, pese a su juventud, conoce.
Cuando llegan a Porto do Son, ya a la altura del Castro Baroña, Juan se encuentra con esa escena que tantas veces ha oído a los mayores o ha visto en la tele. El Divina de Mar está embarrancado. Se oyen voces dentro del barco y no lo duda. Junto a su compañero Ismael embarcan en la lancha y se dirigen al Divina. Lanzan el cabo, la rompiente es dura y los ocupantes del Divina están muy nerviosos. Juan e Ismael hacen 2 viajes. Primero auxilian a 3 pescadores y en el siguiente viaje a otros 2. “Todos a la vez era imposible -dice- El mar golpeaba fuerte”. El patrón es el último en salir del barco que zozobra. Alguien dice que falta una persona. Un marinero de nombre José Manuel que Juan conoce de la faena diaria. Quiere volver, pero la bravura del agua no ayuda. En la zona, los barcos pesqueros iluminan las aguas en un intento de auxiliar al compañero que tarda. Otros tres saben que han llegado a tierra por sus propios medios y con el chaleco puesto, pero José Manuel no ha tenido la misma suerte. Se lanzó al mar tras el viraje del barco, pero falleció al golpearse su cuerpo contra las rocas. Tenía 48 años. Fue localizado por efectivos de Protección Civil entre la proa del pesquero y unas rocas.
“Todos los barcos pesqueros de la zona estábamos allí, pero no pudimos hacer nada”, se lamenta Juan Perol. “Si hubiera podido”, dice. Es la hora de si esto, si lo otro… De dudar si el oficio merece la pena. Ese momento que te hace pensar en los que se quedan en tierra, en los hijos si los hay, en la familia que queda esperando. En el caso de Juan, su padre y 2 hermanas.
Desde el Centro de Salvamento su tío Ignacio está en aviso y llama a la familia para que no se preocupe. Lo siguiente que sabrán sus padres es que su hijo recién cumplida la mayoría, es un héroe. Sale en la televisión, le llaman de las radios y la prensa quiere hablar con él. Pero Juan repite. “No he hecho nada que no hubieran hecho por mí”.
Sabe que la imagen de la noche y gritos de los pescadores le acompañarán por mucho tiempo Se lo dicen los que tiene experiencia, que el bajón viene después, pero se queda con el abrazo de estos que sí han vuelto a sus casas y que como Juan, cuando amaine el temporal, volverán a la mar.
Salvamento Marítimo envió a la zona personal de la base estratégica de Fene (A Coruña) para, en colaboración con el armador, tratar de reflotar el pesquero; sin embargo debido a la orografía de la zona y la malas condiciones de la mar, la operación no ha podido realizarse.
A la hora de cerrar este reportaje Juan descansa en casa. Repite. No soy un héroe. Pero si un héroe es todo aquel que hace lo que puede, Juan Perol lo es.