Revista Informar
¿Cuánta gente he rescatado? Sólo una vida habrá merecido la pena
Las Caras Del Mar
02 DE AGOSTO DE 2016

Francisco Toledo. Capitán de la Guardamar Talía
Maite Cabrerizo
La GUARDAMAR TALÍA se ha hecho un hueco en la prensa. La llegada de pateras de manera indiscriminada ha dado a esta embarcación un protagonismo que nadie busca. Sin embargo, detrás de este barco, detrás de estas operaciones en la que se ponen en riesgo muchas vidas, hay un nombre que pocos conocen. Un hombre que, como el buque que manda, no se cansa de mirar el mar. “Nunca sabes”, dice Francisco Toledo. Es el capìtán de la Talía, 56 años y muchas millas náuticas a sus espaldas. Las que dan de sí 38 años en la mar. “Lo que son las cosas”, dice. “Empecé pescando sardinas…” y ahora lo que carga en su barca, y por decenas, son inmigrantes huidos en pateras. Jóvenes, madres, niños. “Puede que más de mil, pero ¿a quién le importa el número? Lo que cuenta es cada vida”.
Francisco Toledo es canario, de La Graciosa, de sangre marinera, con un negocio familiar y 9 hermanos que han seguido la tradición. Empezó a los 18 años en la empresa de su padre, desde abajo, como uno más, capturando sardina. Subió al barco y… ya no bajó. Excepto en esas escapadas que le permiten volver a casa con su mujer y sus dos hijos y que aprovecha al límite porque sabe que cuando embarque se perderá muchos cumpleaños, los exámenes de sus hijos, algunos momentos complicados en los que no puede estar con los suyos.
En el tono de Francisco no hay reproche, ni queja. Es su vida y le gusta. Su mujer sabe que se casó con un marinero con solo una novia en puerto, eso sí, y con la que ahora comparte esta nueva etapa en los que son muchos los que le deben la vida.
Pero Francisco es modesto. Lo ha sido siempre, porque ser hijo del empresario no le dio galones. Al revés. Se trabajó cada ascenso hasta llegar a ser el responsable de la empresa familiar. “Pero el acuerdo pesquero con Marruecos en 1999 nos obligó a cerrar la empresa”, recuerda. Sin embargo, continuó su singladura al mando de otros barcos en Marruecos. Era 2001 y Francisco todavía recuerda cómo pasaban las horas en el barco enseñando español a la tripulación”.
En 2003 cambió la sardina por el atún y Marruecos por las aguas de Costa de Marfil y Senegal. Sólo tenía 24 años y muchas sensaciones opuestas. Cuando estaba en tierra añoraba la mar; cuando navegaba echaba de menos a su gente.
Y así, en ese balbuceo del capitán desarmado se descubre un canario que ama su tierra, su gente y, cómo no, su fiesta. “Tengo un grupo de música folclórica con mis hermanos. Temple, laúd, guitarra y lo que nos echen” dice con humor, sabiendo que hay que aprovechar cada minuto. “¡Que el tiempo que has perdido no se recupera nunca!
De la pesca a Salvamento Marítimo
No se recupera, pero tampoco se pierde. Después de pasar varios meses en un submarino turístico, Francisco Toledo inició un viaje en el que no había vuelta atrás. El rescate, las emergencias… “Salvamento Marítimo”, dice orgulloso.
Era el año 2004 y las pateras comenzaban a llegar. “Pero nadie está preparado”, dice. “Ni antes, porque nunca imaginas lo que puedes encontrar en el mar, ni después, cuando llegas a tierra y eres consciente de lo que has vivido. Y es que ni esos 11 años esperando esa llamada de aviso de patera le han curtido. Sí el sol y el aire, pero no ese corazón que sigue tan vivo como el primer día. Francisco no habla de inmigrantes, sino de personas. Es cierto que en las emergencias no hay hueco para pensar ni para detenerse. El tiempo apremia. El viaje ha sido largo, las noches frías y vienen con miedo, a veces en mal estado. “Pero cuando te agarran la mano, cuando te miran… entonces sabes que ha merecido la pena.
Pesadillas que no se olvidan
La historia de Francisco Toledo se hace cada día. Cuando suena la llamada. Cuando desde el Centro de Salvamento le dan las pautas de búsqueda. Él y su tripulación se miran en silencio. Cada segundo cuenta. A veces… es tarde. Como la tragedia a 135 millas de Gran Canaria ocurrida hace un año y en la que volcó una lancha. Salvaron 24 personas, desaparecieron 22. No se puedo hacer nada más. “Pero aún recuerdo los gritos de auxilio de una mujer que flotaba en el agua. No olvidaré su mirada. Al llegar a puerto la mujer no estaba entre los rescatados”.
Pero hay que sumar, sumar… todos suman en la Guardamar Talía. Francisco toma aire. Podría jubilarse pero el mar tira y tira y tira… Hay capitán para rato.
* Y la próxima semana en Las caras del mar, conoceremos mejor a JULIO ABRIL, técnico de operaciones de la BEC de Cartagena.