Revista Informar
MIRIAN TROYANO, AMBIENTÓLOGA Y ESPECIALISTA EN CIENCIAS DEL MAR
16 DE MAYO DE 2023

Vivir la mar en primera persona
Maite Cabrerizo
Por su currículo la conocerás. Por su trabajo como observadora en aguas Atlántico Noroccidental (NAFO), por las campañas de atún, por sus charlas sobre el fletán negro o bacalao… Por todo esto sabrás que estamos ante alguien que trabaja la mar y la vive en primera persona. Da igual que fuera de Carmona o que nadie en su casa navegara. Miriam lo tenía muy claro desde pequeña y hoy, es graduada en Ciencias del Mar y Ciencias Ambientales. Pese a su juventud, ya suma campañas en alta mar.
Sevillana… de mar. Sin antecedentes familiares, ¿cómo surge este amor por la mar?
Fue vocación dura y pura. Me gustaban los defines, la mar y la playa. Siempre decía que quería estudiar el mar y mi padre buscaba opciones. Hasta que acabé el Bachillerato bachiller y tuve que decidir. No albergué otras opciones.
Y es ahí, en alta mar, donde la hemos encontrado. ¿Cuándo empezó a navegar?
Nada más acabar la carrera embarqué como alumna de prácticas en el Instituto Español de Oceanografía de Cádiz. Estuve un año embarcando en campañas científicas.
Con 24 años. Hay quienes a esa edad hacían la ‘ruta del bacalao’; usted la ruta de la sardina y el boquerón.
Eran mis inicios. Eran campañas en el Golfo de Cádiz para controlar el stock de sardinas y anchoas. Se trataba de campañas acústicas. Se rastreaba unas 3 millas y si la pesca era satisfactoria, se podía pescar. Ya a bordo se muestreaba: talla, peso, sexo, estado de madurez…
Su primer contacto, a bordo en un mundo de hombres
En estos barcos científicos no hay problema, están acostumbrados a ello. Es distinto a los barcos comerciales. Son otro mundo. Aunque tengo que decir que yo nunca he tenido problemas. Tengo mucho carácter…
Eso suena a aviso. Háblenos de ese primer embarque
Después de terminar de becaria me contrataron en alguna campaña de atún rojo en el Mediterráneo, para controlar que todo se hace bajo la legalidad y no haya transferencias ilegales. Mi primer trabajo fue con una familia. 5 hombres, en un barco pequeño, de bajura, donde todos estábamos juntos en el mismo habitáculo. En principio eres molesta porque vas a controlar, pero es obligatorio por ley. Luego lo entienden y se acostumbran.
Y después pasó a barcos más grandes
Luego me fui a NAFO, Atlántico Noroccidental. Es cierto que les resultas incómoda porque interfieres en su trabajo. Ellos pescan y tú tienes que muestrear. Para una buena realización del trabajo influye mucho la respuesta del capitán, del contramaestre. Que te ‘den permiso’.
Llegó a Canadá en 2019, antes de la pandemia. Y no se lo pensó
Me llamó la empresa, me lo ofreció. Tenía libreta marítima, conocía las especies… Mi destino fue a Terranova, al Esperanza Menduiña. Un barco gallego. Tenía que controlar varias especies como el fletán negro. Éramos unas 30 personas. Yo la única mujer
¿Cómo se vive en espacio?
Tengo que reconocer que yo siempre he tenido mucha suerte. En este barco, de hecho, repetí e incluso fue su capitán el que me llamó. Y mientras ellos compartían baño, a mí me habilitaron el de la enfermería. Había buen ambiente porque yo también les ayudaba a ellos en su trabajo diario, lo que generaba muy buena relación. Y eso que el primer día salimos tarde. En Madrid me perdieron la maleta y yo dije que no embarcaba hasta tenerla (se ríe).
Y esperaron. Mujer con carácter
Y esperaron. Sí tengo mucho carácter que me ha ayudado a navegar en un barco de hombres y sin horarios. Es muy duro. No hay horario porque cada vez que hay pesca hay que trabajar. Pero es cierto que, aunque te llevas bien con ellos, no les gusta tenerte mucho por ahí ‘inspeccionando’.
¿Le dieron algún consejo antes de embarcar?
En cuanto a ropa, que fuera con pantalones anchos… Yo no he tenido problemas y si alguien hace algún comentario, lo mejor es ignorarlo. Pero son comentarios que ocurren también en tierra.
¿Cómo se siente la soledad?
Como única mujer, la soledad pesa más. Pero cuando va pasando el tiempo, te das cuenta de que es una de las cosas buenas que te da la mar e incluso la echas de menos cuando estás en tierra. Pero hay que saber gestionarla.
¿Cuenta con los compañeros en los malos momentos?
Sí, porque soy muy transparente. Y si te ven mal se interesan y preguntan. Eso ayuda. Esto es un Gran Hermano 24 horas.
Acaba de desembarcar de una campaña de 64 días en Canadá. ¿Es mucho tiempo?
Sí, sí lo es. Y más cuando las comunicaciones no son buenas. El tiempo libre en el barco es poquito, la verdad que se aprovecha mucho para descansar, pero también para leer y ver alguna serie y estar con la gente. Me gusta bajar diariamente a cocina para saber qué hay de comer y cenar, sentarme a charlar cuando tenemos un hueco, tanto marinería como oficiales.
Su familia. La mayor de dos hermanos. Padres jóvenes que le animaron a estudiar la mar, que nunca han puesto freno a su carrera, aunque la separación pese.
Mis padres, hermano y mis amigos y amigas siempre me han apoyado incondicionalmente en todas mis decisiones con respecto al mar, a pesar de que muchas no les han gustado y siempre me han despedido y recibido de cada marea como el primer día. En mi primer desembarco en una campaña de larga duración, fueron 3 meses aproximadamente, yo llegué en avión desde Irlanda y fueron todos a recogerme al aeropuerto.
¿Qué se lleva de estas mareas?
La cantidad de personas que conoces, algunas que llegas a incluir como tu familia, de muchísimas nacionalidades y culturas, personas con quien tienes un vínculo muy especial y difícil de conseguir con otras por las cosas que vives a bordo.
De cara al futuro
Mi deseo sería trabajar en tierra en una empresa, pudiendo embarcar de vez en cuando, porque me gusta y lo necesito. Pero conciliar mar y vida es complicado. Cuando estás embarcada te das cuenta de que te has perdido muchas cosas. De que la vida aquí no ha parado, que la que ha parado eres tú. No es fácil. La conciliación no es fácil. Pero necesito el mar.
Pequeñas pinceladas
Siempre quiso trabajar en la mar. Graduada en Ciencias de la Mar y en Ciencias Ambientales. En su currículum destaca que es organizativa, trabajo en equipo, liderazgo y buena comunicadora. Allí donde hay mar o vida animal está ella. De ahí su certificado de competencia de bienestar animal, sus jornadas de ética profesional y compromiso social en Ciencias del Mar y Ambientales o sus cursos de experimentación animal con peces. Observadora en alta mar, pero con los pies en Carmona, su casa, donde se crió a partir de los 8 años.