Revista Informar
MANUEL FERNÁNDEZ, CAPITÁN BUQUE PUNTA MAYOR
Las Caras Del Mar
24 DE ENERO DE 2023

“SER MARINO ME HA PERMITIDO VIVIR TODAS LAS VIDAS CON LAS QUE SOÑABA DE PEQUEÑO”
Circulan por Google listas de los capitanes más famosos con los que embarcarías para hacer películas como La tormenta perfecta, La caza de octubre rojo o Capitán Phillips. Capitanes con los que surcar las olas, con pericia para huir de ciclones y piratas si es el caso. Pero en esa lista falta uno, un capitán que lleva más de 40 años embarcado, que de niño soñó con ser marino y conocer mundo. Falta un capitán de altura profesional y altura humana: y eso no lo da la Universidad, lo da la mar. En esa lista, apunte Míster Google, falta don Manuel Fernández. El capitán del buque Punta Mayor.
Él dirá que sobra el “don”, pero lo único que sobra es la modestia de quien, si volviera a nacer, sería de nuevo capitán en Salvamento Marítimo. “Para mí es un orgullo trabajar en esta Casa, llevar estas siglas”, dice con sinceridad desde el buque Punta Mayor, en Barcelona, su otra casa.
Y efectivamente lo es porque desde que entró a trabajar en Salvamento Marítimo en 2005 ha estado en este barco (a excepción de 2 meses en el Miguel de Cervantes) que entonces estaba en Algeciras y que él mismo lo trajo a Barcelona.
Ha llovido mucho. “Antes eras joven y delgado, Ahora peino canas y me sobran kilos”, dice. Pero a eso se le llama vida.

Nació en Orense, en la Rúa de Valdeorras, pero al año la familia se fue a vivir a Bilbao. Su padre trabajaba en el puerto y aquello fue su mayor pasatiempo: cada día veía llegar los barcos de cualquier parte del mundo, con gente de todos los colores y tamaños que hablaban un idioma que él no conocía. Su mente inquieta, sus ganas de aventura le llevaron a estudiar Náutica. “La única manera de conocer el mundo era o pagándotelo tú, cosa imposible entonces, o navegar. Es lo que hice. Y luego me di cuenta de que me gustaba. ¡Y mucho!”
Con 22 años estaba ya navegando, Meses en la mar con turnos de 4 y 2 que a veces no le permitían volver a casa. “Los aviones eran muy caros”, recuerda. Su primer trabajo como tercer oficial fue a bordo de un bulkcarrier (granelero). Una empresa de Madrid sin línea regular de 45.000 toneladas cemento a granel que cogía fletes en cualquier parte del mundo. Era un barco especial autodescargable. Un sistema noruego. “Se descargaba el cemento como si fuera petróleo, pero cuando acabábamos, limpiábamos las bodegas y cargabas grano, carbón, trigo”. Tercer oficial, Segundo Oficial, Primer Oficial y a los 10 años ya capitán.
Su mapa mental es el de sus viajes. África (“Lo mejor que me ha pasado”), EEUU (“Aquello fue increíble”) México, (“La mejor gente) y así una larga lista interminable. “Estar allí me parecía un lujo, una suerte. Era vivir todas las vidas que veía en los puertos con mi padre”. Una suerte y trabajo, mucho trabajo. Y no siempre fácil. Porque han pasado ya más de 40 años de aquel ciclón en la costa de Florida y no lo ha olvidado. Venían cargados de cemento de Tampico (México). Estaban descargando en Florida y les avisaron de que se tenían que ir, a lo que el capitán se negaba. La respuesta del coast guard fue, “si no lo saca usted, lo saco yo”. No había tiempo para bromas “y menos mal”, dice Manuel pensando en aquellas olas de más de 7 metros. Se acercaba un ciclón y había que huir de él. “Los americanos son muy finos. Calculan la velocidad y el rumbo del ciclón y no se equivocan mucho, iba pasar por encima nuestro. Estábamos atracados, tuvimos que largar, salir escapando del ciclón, buscar que la mar te lleve y no encontrarla por la proa. Nunca vi olas tan grandes. Han pasado 40 años y no lo olvido. Dimos dos vueltas a las Islas Bahamas”. La pericia del capitán fue una gran lección que Manuel no ha olvidado.

En 1985 nació su hija Leticia y diez años más tarde, Eva Marina. Eva por la abuela y Marina por el padre. Marina en honor a esa profesión que ama. A Salvamento Marítimo llegó en 2005, cuando la empresa crecía y se incorporaban nuevos barcos. Por entonces era Remolques Marítimos. Manuel estaba preparando las Oposiciones de Marina Mercante para Inspector de las capitanías. Le llamaron de Salvamento Marítimo para hacer una sustitución, pero tuvo que decir no. Por fin llegó el examen: la mala suerte hizo que quedara fuera por 2 puntos. La buena, entró a trabajar en Salvamento Marítimo.
El 11 abril de 2005, dos meses después, se entrevistó con el entonces director de Operaciones, Pedro Gil. “Y desde entonces estoy aquí”, dice feliz como el primer día. Y feliz con ese Punta Mayor que conoce como la palma de su mano, que es su casa, que es su vida. Lo ve bonito, lo ve con fuerza, lo ve con brillo.
La empresa en la que ya había trabajado tenía dos barcos del estilo del Punta Mayor, gemelos. Y le gustó la opción. La charla se va en recuerdos, todos bonitos porque Manuel no se lleva mal con nadie. Puerto, Guardia civil, pescadores. Quizás uno de los trabajos más mediáticos fue el remolque de dos barcos de 120m y 100m que habían acabado en El Saler a causa de la gota fría de 2012. Después de un mes, lograron sacarlas sin ningún rasguño ni contaminación. “A la semana ya estaban navegando”, sonríe.
Su otra familia

Su día a día en el Punta Mayor empieza a las 8 de la mañana en una familia de 14 donde el cocinero es una pieza fundamental. Fran en este caso y todos los que han pasado por estas cocinas. “Se conoce los gustos, nos cuidan muy bien”, dice sonriendo. “En nuestro caso, llevamos muchos años juntos. Me conozco la vida de todos". Recíproco: tiene el cariño de todos incluso de los alumnos que en algún momento hicieron sus prácticas con él. “Me siguen llamado”, dice con modestia.
Le decimos que este año estamos de celebración, que Salvamento Marítimo cumple el 30 Aniversario. Y no duda em regalarnos su mensaje: “Se trata de un servicio bonito, esencial y solidario. Ayudar a la gente de la mar es algo precioso. Pescadores, navegantes, marinos… que sepan que, si tienen algún problema, Salvamento Marítimo siempre está ahí para ayudarlos”.
Y lo saben Manuel, por ti y por toda la gente de esta gran familia. Lo decíamos al principio, aviso a navegantes. Para la próxima película, no hace falta que hagan un casting: tenemos a su protagonista.
18de30 (18 años en Salvamento Marítimo)