Revista Informar
CRISTINA GOBERNA, LA SUBINSPECTORA MARÍTIMA QUE TIENE POR PATRIA LA MAR
Mujer y Mar
11 DE JUNIO DE 2024
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“Las inspecciones a las embarcaciones de Salvamento Marítimo son de nota. Las tripulaciones las cuidan como si fueran sus niñas ”
Maite Cabrerizo / Lucía Pérez (Fotografía)
A la pregunta leída en Internet: “¿Qué tienen en común Einstein, Disney, Picasso, Steve Job, Steven Spielberg o Bill Gates?”, le falta un nombre: Cristina Goberna. La subinspectora de la Capitanía Marítima de Málaga e inspectora MOU no aparece en esa lista de nombres ilustres, pero sí tiene mucho en común con ellos. Su ingenio, sus muchas y diferentes capacidades que uno descubre según avanza la conversación, y su dislexia. Como todos los nombrados, Cristina Goberna es disléxica, un trastorno que afecta a la dificultad en el aprendizaje de la lectura y la escritura, velocidad de procesamiento… Y, sin embargo, para ninguno de ellos han supuesto un problema. Tampoco para la subinspectora marítima. Nadie se da cuenta y muchos de los que lean este reportaje y conozcan a Cristina lo descubrirán ahora. No importa. No pasa nada.
Steve Jobs dijo que su dislexia era un don que le había otorgado la capacidad de ver el mundo a través de imágenes. A Goberna le ha servido para superar retos. Todos los que se le pongan por delante. Mar, tierra, aire (porque también ha volado. Tiene el permiso de piloto visual de avioneta). Retos como ser inspectora en buques de hombres o en barcos pesqueros donde, según la leyenda, subir las mujeres trae mala suerte… ¡Hasta que subió Cristina! No sabemos si pescaron más o no, pero seguro que el barco navega con toda la normativa a punto. Es lo que transmite esta inspectora barcelonesa que es de donde la mar la lleve: empatía y seguridad.
A Cristina Goberna le gustan los retos como inspeccionar barcos pesqueros donde, según la leyenda, subir las mujeres trae mala suerte… ¡Hasta que subió Cristina!
Querencia al mar
Nació en Barcelona. Y a partir de ahí, su GPS la ha llevado a muchos sitios, aunque siempre con querencia al mar. Es inevitable. Hoy vive en Málaga. Sus padres le contagiaron esa pasión y ya de pequeña navegaban en un barquito pequeño. A los 8 años se fueron a vivir a Blanes, pueblo de pescadores de la Costa Brava. De padres inquietos (madre policía nacional y padre arquitecto), a los 16 años se fueron a Madrid para luego hacer Química en Salamanca. Pero faltaba el mar. “Lo necesito”, subraya. Necesita de su ruido, de su silencio; necesita su libertad, ser ola en movimiento. Su siguiente destino fue Cádiz, donde se licenció como ingeniero técnico naval. “Me especialicé en ensayos no destructivos”. Lo dice con la naturalidad que da tener un currículum brillante que parece hecho con Inteligencia Artificial. Pero no, está hecho pasito a pasito por esta mujer que domina y ama su trabajo. Ser técnico en END (pruebas de seguridad de las embarcaciones, buscar indicios de corrosión, daños o defectos estructurales, fugas…) la han convertido en una MacGyver en todos los terrenos. Porque como el agente secreto, está armada con un ingenio para resolver cualquier problema utilizando cualquier material que tenga a mano.
“Era muy jovencita, tenía 23 años. Comencé a buscar trabajo en un momento en que no había muchas mujeres en la mar y en el que iba a estar a cargo de hombres”. Fue empezar y su currículum se movía solo. De empresas privadas a empresas de la Administración, de riesgos laborales a supervisar la construcción de un puerto. Pronto comenzó a trabajar con entidades colaboradoras de la administración. Inspecciones, homologaciones… En su voz, con su pasión, hace que todo suene bonito, divertido, creativo. “Me gustan los retos”, y no nos cabe la menor duda de que es así. Esos retos la llevaron luego a Madrid, a Canarias… Un periplo de experiencias que suman (en la vida de Cristina Goberna, todo suma) hasta que salió una convocatoria de la Dirección General de Marina Mercante. Que, por supuesto —a estas alturas no creemos que nadie lo dude—, aprobó. Sus primeros cuatro años fueron en la Capitanía Marítima de Tenerife, en un mundo de hombres.
En 2008 llegó a Málaga. “Al principio no estaban acostumbrados. Decían que no parecía una inspectora”, ríe, “aunque soy una inspectora un poco rara”. Lo dice porque no es de la escuela de la letra con sangre entra, si no de hacer entender que las normas están para cumplirlas no sólo por la sanción que conlleva no hacerlo, sino por la seguridad, por el bien de todos. Y le ha funcionado. Los barcos llegan a puerto porque detrás hay mucho trabajo. Toma de muestras de combustible, revisión de instalaciones eléctricas… “Estamos muy pendientes de que todo esté bien”, recalca. Y aprovecha a hacer un llamamiento a la seguridad náutica. “¡Ojalá la gente fuera más responsable!”.
En su CV suma inspecciones a barcos quimiqueros, gaseros, barcos de pasaje, portacontenedores, pesqueros, golondrinas, barcos de lista quinta (embarcaciones dedicadas exclusivamente a trabajos profesionales realizados en la mar) y de lista octava, como son los de Salvamento Marítimo. Ponemos a la inspectora marítima a prueba. ¿Superan las embarcaciones de Salvamento Marítimo las inspecciones? “De nota”, dice sin dudarlo. “Las tripulaciones cuidan los barcos como si fueran sus niños. Y eso se ve y se agradece. Cuando voy a una inspección voy muy tranquila porque su sistema de calidad es muy bueno".
Si después de esta entrevista alguien pregunta a qué huele el mar, la respuesta es clara: Huele a Cristina. Siempre dispuesta a colaborar en otros proyectos, en otras capitanías, en congresos, en cursos… En Málaga es feliz con sus compañeros, su barquito velero y su vida personal. Y Sergio, su niño de 8 años; un capitán intrépido que ya desde pequeño ama y respeta la naturaleza y la mar, “pero para disfrutarlo”, ríe.
Empresarios, cineastas, intelectuales que ha hecho de la dislexia la virtud de ser más, de ser brillantes. A Steve Jobs le dijeron que no llegaría a ninguna parte. Cristina Goberna, donde se lo proponga.
Al pie del buque que no se ve, está ella. Imparable, con ganas de más. Sabe de todo tipo de motores, le gusta la madera, trabajar con las manos, es capaz de tirar o de levantar paredes. “Necesito ser autosuficiente, me gustan los retos por eso hice Ingeniería Técnica Naval”. Y por eso hizo un proyecto de investigación en inspección y comportamiento de uniones soldadas entre aceros de alta resistencia utilizados en la construcción naval. De sobresaliente. Como otros cursos, otros másteres, otros seminarios… La lista es muy larga. Cuenta con certificados de especialidad de la Dirección General de la Marina Mercante de Avanzado en lucha contra incendios; familiarización buques tanque; buques petroleros; embarcaciones de supervivencia y botes de rescate (no rápidos); Básico Buques de pasaje; Buques Ro-Ro de pasaje y buques de pasaje distintos a buques Ro-Ro…
Salma Hayek, la directora, actriz nominada a un Oscar y disléxica dice: “Algunas personas leen muy rápido, pero cuando le hacen preguntas sobre el guion ya no se acuerdan de lo que leyeron. Yo tardo leyendo un guion, pero sólo necesito leerlo una vez”. Por su currículum estamos seguros de que esta subinspectora sólo lo leyó una vez. Y para siempre.