Revista Informar
CONTROLADORES, OTRA MANERA DE SER MARINOS
Las Caras Del Mar
30 DE MAYO DE 2025

Pedro Laborda: “Los controladores somos como los médicos de urgencias. Hay que tomar decisiones en poco tiempo porque cada segundo cuenta”
Maite Cabrerizo
“Imagina que un día te despiertas y no hay aeropuertos. Ni uno. Ni aquí, ni allí. Ni un solo aeropuerto para coger ese vuelo que te lleve a la boda de tu hija. Imagina incluso no poder llegar a tiempo a esa reunión de trabajo tan importante porque solo podrías llegar en avión. Cuesta imaginarlo, ¿verdad? Pues esto es justo lo que le ha pasado a David Bisbal en nuestra nueva campaña”.
Imagina un día sin controladores. Ni uno. Ni en Santander ni en Almería ni en Mallorca ni en ninguno de nuestros 20 Centros de Coordinación de Salvamento Marítimo. Imagina que no hay nadie que coordine el tráfico de los barcos para evitar un abordaje; imagina que no hay nadie al otro lado a quien decir tu plan de navegación; imagina que te has quedado sin combustible o tienes una avería y nadie escucha tu llamada; imagina que a un tripulante le ha dado un infarto… ¡y no hay nadie a quien llamar!
Aquella campaña de AENA tenía como protagonista a David Bisbal. Pero el nuestro es real. Tan real como Pedro Laborda, controlador de Centro de Santander y a punto de cumplir 30 años en esta Casa. Con permiso de Bisbal…
En Redes Sociales de Salvamento se publicó un post que decía, “cuando Pedro habla, los demás escuchamos”. Y es así. Sus años como marino mercante, primero, y luego como controlador marítimo al otro lado de la emergencia, le han convertido en un referente. Seguridad, aplomo, rapidez en la toma de decisiones en un puesto de responsabilidad en el que cada segunda cuenta. Así lo define él: “Somos como los médicos de urgencias. Tienes que tomar decisiones y eso conlleva riesgos". Pero la experiencia les da tablas para saber cómo gestionar las situaciones a las que se enfrentan. Como un médico, toca valorar la situación, movilizar los medios por mar y aire. “Es un trabajo que tiene su grandeza y su angustia. Hay que servir. Tienes siempre encima la espada de Damocles”. Y pone a modo de ejemplo un día cualquiera de verano en un centro de Salvamento Marítimo como Palma de Mallorca, Canarias o Barcelona. “Tienes que decidir y ordenar. No es fácil”. Las sombras de cualquier trabajo. Y pese a ello, Pedro Laborda no ha dudado nunca de que está donde quiere estar. Salvando vidas.
"Al abuelo se lo comió un tiburón"
Lo hace por vocación y también por tradición. Nada raro siendo de Santander donde siempre hay alguien en la familia que ha navegado, que está vinculado a la pesca, a los puertos. Y que haya Universidad lo hace más fácil. En su caso, además, tiene antecedentes náufragos, que suman a favor. En su casa, desde niño, siempre oyó decir la frase de “al abuelo se lo comió un tiburón”. Pero no era sólo el cuento que se lee a los más pequeños para que se vayan a la cama. En su caso, en el de Pedro Laborda, era real. Su bisabuelo murió en el naufragio del buque insignia Príncipe de Asturias en las costas brasileñas el 5 de marzo de 1916, tras chocar con los arrecifes. Era fogonero en la sala de máquinas. Iban 600 personas a bordo. Se perdieron 457 vidas. Pero a Pedro esta historia no le asustó. Al revés, cuando tocó decidir qué hacer optó por Náutica (Puente). Él y su hermano Manolo.
Sus primeras prácticas le permitieron conocer el mundo real, al que ha dedicado su vida. En 1988 comenzó a navegar de oficial. Un salto a la vida adulta que no le dejó indiferente. “La vida en un barco es dura, muy estricta, pero encontrabas mucho compañerismo entre los oficiales Te sentías bien y luego veías cosas que desde tierra no se ven”.
Navegó como oficial hasta 1994, cuando entró en Salvamento Marítimo. Ya en tierra, sacó el título de capitán. Pero la experiencia y los conocimientos se los dieron esos años de oficial en navieras humildes donde tocaba hacer de todo. “No se ganaba mucho, pero te curtías”.
En un viaje a Durban, en Sudáfrica, aunque Pedro aún no lo sabía, ya iba a hacer sus primeros pinitos como controlador. Tras salir de Las Palmas, donde pararon para hacer provisiones, se encontraron con un pesquero ardiendo. Había sufrido un incendio a bordo y la tripulación estaba ya embarcada a salvo en un barco oceanográfico francés. “Aún no existía Salvamento”, recuerda. “Hablamos por la onda media con la costera y le contamos lo que había y les dimos la solución. Propusimos que el oceanográfico francés se parara delante de Tenerife y que avisaran a los Prácticos para que los recogieran y los llevaran a tierra. También hablamos con el patrón del pesquero y le dijimos que se comunicara con el armador. Ahora todo está claro y hay unos protocolos e infraestructuras que antes no había. Antes era improvisación”.
Llegada a Salvamento Marítimo
Aunque Pedro es un hombre con los pies en la tierra (o en este caso en la mar), lo cierto es que las casualidades le siguen. Era 1994. Había desembarcado y su novia, Marisa, que estaba opositando, le pidió que fuera a la Delegación del Gobierno a mirar unas listas. Al lado, en el tablón de anuncios, estaba colgada la convocatoria de Salvamento Marítimo. Los exámenes eran en 15 días en Veranes (Asturias). No había tiempo pero tampoco nada que perder. Y sí mucho que ganar. Y ganó. A modo de curiosidad, Laborda cree que el hecho de que también estudiara Derecho (se fue preparando mientras navegaba) le dio puntos.
“Entré en Salvamento Marítimo sin ninguna expectativa y sin saber si iba a servir para esto o si iba a dar la talla. Y hasta aquí hemos llegado”. Como Pedro dice, es otra manera de ser marino. Empezó en el Centro de Fisterra, enfrentándose a la Costa de la Muerte. No lo olvidará. Fue entrar a las 8 de la mañana y encontrarse con el fin de un operativo nocturno que saltó a los medios de comunicación. Una vía de agua en un barco de guerra. Hubo que evacuar a todos los ocupantes con el helimer y el buque Alonso de Chaves. La prensa, las llamadas, la repercusión mediática de una emergencia que sus compañeros resolvieron con nota. “Otra manera de ser marino”, repite, convencido de que el éxito de Salvamento Marítimo ha sido contar con un equipo de personas que han sido marinos, más en un momento en el que no había formación. “Lo que aplicaban eran sus conocimientos y el sentido común. Sabían cómo funcionaban las comunicaciones, las emergencias, lo que se puede esperar de un barco, las situaciones que te puedes encontrar en la mar…”.
Después de Galicia llegó a Santander, cuando se abrían nuevos Centros de Coordinación en Salvamento Marítimo. El cambio fue importante: era estar cerca de casa, de los suyos y con otro tipo de emergencias. En este momento, una de sus labores principales es el tráfico portuario, la que más tiempo les ocupa y la más desconocida. Su trabajo, su precisión, sus conocimientos, su exactitud en las operaciones hace que el día acabe sin noticias. “Como marino, organizo el tráfico para que no haya problemas y resolver emergencias”.
Los americanos dicen que "no news is good news" (o "sin noticias es buena noticia"). Significa que la ausencia de noticias puede indicar que las cosas están bien, es decir, que no ha ocurrido ningún evento negativo ni urgente. Que no ha ocurrido porque al otro lado, 24/7, Pedro y el resto de controladores marítimos se ocupan de que nada ocurra. En 2017 ocupó durante dos años y medio el puesto de jefe de este centro, otra experiencia más que suma en su currículum.
“Mi trabajo como controlador en Salvamento Marítimo es una variedad más de las cosas que hace un marino mercante”, insisite, con un aviso a navegantes: “Les diría a mis compañeros que estén muy orgullosos de lo que hacen y que otros no sabrían hacerlo. Es un trabajo muy importante”.
Fue en 1994 cuando dijo eso de "voy a ver si estoy a la altura". Basta mirar el trabajo que se hace en el Centro de Santander: lo está.
"Sanubani, un marino veterano que, sumido en un pozo de cansancio y decepción en sus últimos años de carrera, gobierna una patrullera del cuerpo policial de la Agencia de Seguridad Marítima de Indonesia, ya sólo esperando su retiro. De pronto se ve abocado, sin quererlo, a la tarea de interpretar los rastros dejados por un intrascendente siniestro marítimo, para descubrir unos horribles crímenes ya olvidados por todos. Sólo él podía hacerlo, de entre los investigadores de las fuerzas de seguridad indonesias. ¿Alguien que no sea del mundo de la mar le escuchará?"
Bajo el pseudónimo de Roy Margotedo, el autor de esta novela, está Pedro Laborda. Su afición por la escritura le ha llevado a publicar la colección de aventuras del mayor Sanubani. También ha escrito varias publicaciones técnicas, aprovechando los apuntes de su paso como profesor asociado.
¿Alguien que no sea del mundo de la mar le escuchará? Le escucharemos. O por lo menos, lo hará su hija. De los 3 hijos, la más pequeña amenaza con hacer Náutica. En casa tiene el mejor profesor.