Revista Informar
CARMEN SOLANA, SUBJEFA CENTRO NACIONAL DE COORDINACIÓN DE SALVAMENTO MARÍTIMO (CNCS)
17 DE JULIO DE 2023

“Estoy orgullosa de poder ayudar a la gente. De este trabajo que salva vidas”
Maite cabrerizo
Lucía Pérez (fotografía)
“Carmen Solana, subjefa CNCS de Salvamento Marítimo. Es de Santander. Antes fue marina y controladora en Tarifa, pero después de varios años decidió trasladarse a Madrid para trabajar en la sede central. Desde entonces ha trabajado en numerosas operaciones de rescate y coordinación marítima”. No lo decimos nosotros, lo dice la Inteligencia Artificial, a la que le pedimos más datos. “Carmen es una profesional entregada y comprometida con su trabajo, siempre dispuesta a ayudar y colaborar con sus compañeros para garantizar la seguridad marítima. Su experiencia y conocimientos son muy valorados por todos aquellos que han tenido el placer de trabajar junto a ella”. Y no se equivoca.
A la subjefa del Centro Nacional de Coordinación en Salvamento Marítimo le gustaría que este mensaje se autodestruyera en 24 horas. Que fuera un reportaje sin entrevista. Y a ser posible, sin entrevista y sin foto. Pero lo que no puede la IA (no hay imagen disponible), lo puede Lucía Pérez. No fue fácil conseguir poner cara a una subjefa sencilla y comprometida con su trabajo. Dijo el escritor Bouvier de Fontenelle que la modestia es el complemento de la sabiduría. Y Carmen Solana lo es, modesta y sabia.
De Santander, amante de un mar que convirtió en profesión con el apoyo de su padre y la reticencia de su madre, que prefería para su hija algo ‘más normal’. Porque se mire como se mire, ser marino es otra cosa.
Su primera experiencia en la mar fueron las prácticas obligadas, en este caso, en la compañía Transmediterránea. Es la suerte del principiante, cuando juegas por primera vez y, contra todo pronóstico, ganas la partida, o como en su caso, navegas y te acontecen todo tipo de emergencias. Entre ellas, colaborar con Salvamento Marítimo. Fue su primer contacto. “En tres meses me pasó de todo. Rescatamos a 4 personas de un buque que se había incendiado. Nos llamó Salvamento Marítimo para que ayudáramos en la emergencia. Les rescatamos cuando ya estaban en la balsa salvavidas”, recuerda. También en ese viaje el helicóptero Helimer de Salvamento Marítimo hizo una evacuación médica y casi abordan a otro barco en el Puerto de Valencia. Y con todo eso, dijo sí.
“No me he equivocado”, dice después de 14 años en la casa. Ni el paso por emergencias con un final no deseado ni las horas de vigilancia ni las guardias o lo meses en alta mar lejos de los suyos la han desanimado. Hoy lo ve diferente, desde tierra, al otro lado de la emergencia, pero en un punto clave para los operativos de rescate.
Haciendo millas
Las prácticas en un bulk carrier, en un quimiquero o en un gasero fueron los inicios que recuerda con mucho cariño. Meses en alta mar en un mundo de hombres al que supo hacerse y mantenerse en su sitio. Siempre de ruta y con pocas paradas en España. Su mapa del mundo es de 360º. Francia, Argelia, Noruega, Egipto, Grecia, Turquía, Libia, Japón, Taiwán, Corea del Sur, India, Australia... empezó con 26 años, tenía el mundo por delante.
El atentado contra las Torres Gemelas le pilló navegando. El capitán no quiso que desembarcara sola en Sudán porque la situación era incierta, por lo que se mantuvo a bordo mes y medio más hasta llegar a Suez. Casi seis meses. Mientras, la vida en tierra seguía. Seguía su pareja, seguía su familia y sus amigos. “Al final es como en tierra. El barco es un micromundo y hay gente con la que tienes más trato. Pero no me pego con nadie. Nunca”, dice Carmen Solana. Es su perfil porque la subjefa no es de pegarse; sí de defender sus ideas, sus propuestas con hechos y con su trabajo y siempre en positivo. Siempre sumando. El resto, sobra. “Porque al final el tiempo pone todo en su sitio”,
Fueron diez largos años de singladuras, también de olas que te hacían pensar en lo peor, hasta que un día supo que Salvamento Marítimo convocaba oposiciones para trabajar como controladora. Y como hizo cuando estudió y cuando embarcó, siguió su sexto sentido. Su siguiente paso fue el Centro de Coordinación de Tarifa, su segunda casa, su otra familia, sus compañeros y grandes amigos y amigas y donde estará para siempre parte de su corazón. Era 2009.
“Fue un cambio muy importante, colocarte al otro lado de la emergencia, coordinar con las unidades el rescate de pesqueros, de embarcaciones con problemas… Te pones en su lugar porque antes lo has vivido y eso ayuda”, dice la subjefa del CNCS.
Carmen Solana pone en valor el trabajo de las tripulaciones, de cada uno de sus marinos, porque son los que están en el lugar. “Sufren mucho. En ocasiones hay que decidir a quién rescatas primero. Y eso no es fácil. Tienes que disociarte y aunque te esté doliendo en el alma, a veces la vida de una persona depende de saber actuar con frialdad y tomar la mejor de las soluciones. Y eso duele”. Lo dice muy claro: “Son nuestros ojos y nuestros brazos. Sin duda en Salvamento Marítimo hay grandes profesionales y una gran preparación, pero somos humanos”.
"Las tripulaciones son nuestro ojos y nuestros brazos. Grandes profesionales. La vida de una persona depende de las decisiones que tomen, por eso en ocasiones hay que saber actuar con frialdad"
Las emergencias al otro lado también dejan momentos buenos… y no tan buenos. Como cuando salta una radiobaliza y tienes que ponerte en contacto con la familia para saber todos los datos y se asustan. Lo mejor es la segunda llamada, en la que les comunicas que está todo bien. “En mi trabajo es más complicado el comunicar a la familia que la propia emergencia”.
El salto a Madrid
Carmen Solana es de Santander, pero esos ocho años de Tarifa le dan derecho a sentirse de allí. Cuenta con el cariño de la gente y de los vecinos que saben de su labor y la aplauden. Llegó a Madrid en 2018 por dar un paso más personal, de conciliación familiar, de un Centro de Coordinación (CCS) al CNCS donde todo es diferente, donde se aprende mucho. Es su otra virtud, aprender, estar en continuo aprendizaje.
“Y eso es positivo y motiva y te hace crecer”, piensa en alto. “Quiero pensar que a mis compañeros de los CCS les ayudo”. Su trabajo aquí es diferente, más indirecto, “pero es importante que sepan que estamos aquí apoyando”, dice una subjefa que echa de menos el contacto directo con la emergencia. A cambio, tienes la visión general que da el Centro Nacional en Madrid. “Un vínculo de apoyo a todos los Centros en la costa y a controladores y controladoras”.
La marina (porque se es para toda la vida) es de las que opinan que todos deberían pasar por todos los puestos o al menos conocer el trabajo que se desarrolla. ‘Un día en’… en cualquier puesto, te permite conocer de cerca el trabajo de esos compañeros que a veces pasa desapercibido o ni se conoce.
Y a finales del 2022 llegó la oportunidad de ser subjefa del CNCS en Madrid. Y dijo sí. “Son pasos que hay que dar, no pierdo nada y gano mucho”. Modesta, Solana reconoce que está en una fase de aprender de todo y de todos, de llegar a todo para dar respuesta cuando lo necesite. Gana ella y gana la gente de mar.
Le decimos a la Inteligencia Artificial que Carmen Solana está agradecida por la oportunidad y orgullosa de un trabajo que salva vidas. De poder ayudar a la gente y que está dispuesta a dar el 200%. Que se emociona al contarlo. Pero eso de las emociones la Inteligencia Artificial ya no lo entiende. “Te recomendaría buscar más información específica sobre ella en fuentes confiables”, concluye. No hace falta. Si hay alguien de confianza, ésa es Carmen Solana.
Carmen Solana no olvida. Dicho así parece una venganza, pero Carmen Solana no olvida aquella singladura en la que celebró dos veces Año Nuevo. Una cena un día y otra al día siguiente al cambiar de meridiano el buque en el que navegaba. No olvida aquella llegada nocturna a los Fiordos y al día siguiente, con el amanecer, descubrir incrédula que aquel paisaje teñido de blanco inmaculado. No olvida la luna en las noches filipinas ni la gente que ha pasado por su lado. Tampoco esta entrevista en la que le hemos pedido prestada parte de su vida. La singladura ha merecido la pena.