Revista Informar
"Sacas fuerzas porque piensas que el que está en el mar puede ser tu hijo"
Las Caras Del Mar
09 DE ENERO DE 2017
"Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace" (Paul Sartre) . Y Cristóbal Omar Rey quiere lo que hace: quiere salvar vidas. El comandante piloto de Helimer ama su trabajo y se entrega por encima de todas las cosas, "porque piensas que el que está en el mar en peligro podría ser tu hijo"
Maite Cabrerizo
Carme Lorente (tratamiento fotografía)
Escuchen, o mejor lean y pongan música si pueden a esta letra. “El mar a veces se ofrece de manera cálida para que disfrutes de él”. “Galicia, donde las aguas son frías, las olas grandes, los vientos fuertes, las tormentas frecuentes, las noches negras”.
Autor: Ricardo Omar Rey, piloto en Salvamento Marítimo del legendario y querido Sikorsky S-61N, conocido como el Helimer Galicia. Argentino, trabaja en España, reside en Francia y vive, a sus 60 años, un sueño que perseguía desde joven. Trabajar en Salvamento Marítimo. “Soy feliz en mi trabajo porque amo lo que hago”. Oír a Omar es oír a Paul Sartre: “Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”. Y Omar quiere lo que hace: quiere salvar vidas; formar parte de esta familia que de alguna manera pone su granito para conseguir un mundo mejor, “y eso me hace muy feliz”.
“En mi país el prestigio de Salvamento Marítimo de España siempre fue muy elevado. Lo que no esperaba era que un día yo fuera uno de ellos”. Pero lo consiguió, hace diez años, cuando Inaer buscaba pilotos para trabajar para la sociedad marítima disponibles las 24 horas del día. No se lo pensó. “No había nada que pensar”, dice en ese acento porteño que hace que todo lo que nombra se convierta en música. Incluso los malos momentos como su participación en la guerra de las Malvinas; o los buenos, como sus misiones en la Antártida.
No hay duda de que este currículo y sus muchas horas de vuelo le abrieron las puertas. Pero sobre todo, su manera de ver y vivir este trabajo. “No te relajas nunca porque piensas que el que está en el mar en peligro puede ser tu hijo. Y sacas fuerzas de donde no las hay”. El comandante habla de una fibra especial que tienen todos los equipos, una sensibilidad para salvar vidas por encima de la tuya. “Se tiene o no se tiene”, asevera. “La gran motivación de todo esto es la satisfacción personal que te da el ayudar a alguien”-
Del mar al cielo
Omar Rey prefiere ver el mar desde arriba, pero sus principios fueron desde abajo, en el agua. Fue oficial de la Marina en aviación naval hasta 2001. Pero razones sentimentales le llevaron a Francia, donde reside actualmente con su esposa. Vive 15 días a la española y 15 días a la francesa, que son los turnos de trabajo que tiene en Salvamento Marítimo. “Pero en España se vive mejor”, dice bajando la voz a modo de confidencia.
Ingresó en la Marina argentina en 1973. De ahí ese amor que convierte el mar en poesía pura. “El mar tiene su lenguaje, yo lo y conozco”. “El mar hay que tomarlo como quien te da una mano. A veces es firme y sientes confianza. Si te da la mano abierta puedes disfrutar de ello, pero si viene cerrada como un puño, tienes que entender que el mar no quiere que estés ahí”. Comandante aéreo y capitán de barco, se queda con las vistas desde el aire. “Toda mi vida volé sobre el mar”.
Del comandante sólo salen lecciones que apuntamos como consejos. “Salir a navegar supone mucho conocimiento de tu barco, de lo que va a hacer y de lo que puedes esperar”. Lo mismo pasa con los aviones. “Salimos a volar porque hay alguien que cuando el mar le dijo que no saliera, salió. Y ahí es cuando nos llaman a nosotros”.
Su primer y único destino ha sido siempre el histórico Sikorsky, el helicóptero gallego que acaba de cumplir 25 años. Habla de él como su gran amor, conoce cada pieza, cada rincón, sabe cómo piensa y cómo respira, amigos íntimos que ni la jubilación podrá separar. “Es un buen aparato”, dice. “El Sikorsky siempre me trajo a casa”.
La gran mayoría de su trabajo lo ha realizado en Galicia, destino que ahora combina con Canarias. Son escenarios completamente diferentes que exigen un tipo de respuesta muy distinta. “En Coruña las misiones son más explosivas, las cosas ocurren más rápido y en corta distancia”, compara. Pero lo que no cambia es el equipo humano. “Es lo más importante”, insiste. “Y saber que vas a salvar a gente”.
Bailar al mismo ritmo
Lo dice con temple, con esa voz relajada que hace fácil lo difícil, que casi convierte en normal lo que a ojos del resto de los humanos es una odisea, o una locura. “Cuando vas a una misión piensas en el objetivo de salvar a la gente. No en los riesgos que te puedes encontrar”. De ahí la importancia de un buen equipo y de una buena preparación que hacen con ejercicios de entrenamiento continuos. El comandante es el comandante, dice, pero todos cuentan y todas opiniones son valiosas. “Estos entrenamientos nos ayudan a hablar el mismo lenguaje o bailar con el mismo ritmo, aunque puede haber algún pisotón“. Pero pocos, poco Omar no pisa, vuela. Etéreo, ligero… a sus 60 años sigue ilusionado y convertido, en alguna manera, en el padre de todos los jóvenes que llegan a este mundo con fuerza.
“Me emociona la gente joven que viene con garra”. Y cuando se dirige a ellos no puedo evitar ese tono paternal que le da tener siete hijos, 5 propios y dos de su segunda mujer. No sabemos si la familia unida vuela unida, pero lo cierto es que su hija se casó con un rescatador que volaba con él. Un día la hija fue a visitarle a la base… y ya se sabe. “Puedo decir que se ha casado con una persona íntegra y valiente”, dice orgulloso de lo que le rodea. De su trabajo, de su familia.
“Quiero mi profesión, me la creo y la vivo”, comenta mirando a su compañero de viaje, el Sikorsky. “A nosotros no nos retiran amigo”. O como dijera Russell Crowe en Gladiator, “hace ya demasiado tiempo viejo amigo”.
*Próxima semana. Electrizante relato de Benigno Romero, y no sólo porque sea el electricista del Clara Campoamor, que también. Se conoce el buque como la palma de su mano, cada resquicio, cada grieta, cada balanceo. Después de 8 años, el Clara no tiene secretos para Beni, como le llaman sus compañeros. Sus conocimientos en la joya de la corona le colocan en lo más alto de ranking profesional. Su chispa y su modestia, en lo más alto del ranking entre compañeros. Pero será la próxima semana.