Revista Informar
La chica rápida
Pañol De Proa
11 DE JUNIO DE 2019
Historia de un velero en apuros que tuvo que abandonar la regata de la Ruta de la Sal y recibió la asistencia de Salvamento Marítimo
Más de 2.000 embarcaciones de recreo son atendidas de media cada año por Salvamento Marítimo. Cada una con su historia.
Pues bien, hoy vamos a acercar nuestro objetivo a una de esas historias, y a su protagonista: La chica rápida.
Esta “chica” era una de las 185 embarcaciones que, el 18 de abril, participaban en la 32 edición de la Ruta de la Sal; la regata que anualmente surca el Mediterráneo desde Port Ginesta (Barcelona), Denia o Palma; con rumbo a Sant Antoni de Portmany, en Ibiza.
Un velero de 14,5 metros de eslora, modelo First 47.7, que, y sin ánimo de hacer “spoiler”, acabó siendo remolcado por la Salvamar Polaris, de Salvamento Marítimo.
Pero cuando llevaban navegadas unas cinco horas y media, comenzaron los problemas…
Y como si bien es rápida, nuestra “chica” no puede hablar; quien le presta la voz es Santiago Pérez Verdeguer, uno de sus tripulantes – concretamente el caña, que en las regatas es quien lleva la rueda del timón la mayor parte del tiempo de su guardia-. Una voz pausada y serena, capaz de transmitir a la vez entusiasmo, y amor por esta “chica” y por la mar.
“Yo llevaba la rueda en aquel momento y noté que hacía unos movimientos un poco bruscos”, recuerda Santiago.
Efectivamente, al cabo de unos minutos, al sortear una ola, la rueda “se volvió loca” y se quedaron sin timón. Intentaron seguir con el piloto automático pero el barco estaba fuera de control.
Este barcelonés de 66 años lleva 40 navegando, primero con vela ligera y después en regatas de crucero. “Empecé en patín catalán un tipo de embarcación en la que aprendes muchísimo, porque es un barco sin timones y diriges el barco con tu cuerpo: es muy físico”.
El resto de la tripulación también era experimentada; no obstante las condiciones meteorológicas eran adversas – vientos de 40 a 50 nudos y olas de hasta 5 metros- y todo lo que se podía complicar se complicó, de manera que, cuando estaban a unas 32 millas de Port Ginesta, decidieron que lo más sensato era abandonar la regata: “Hablé con la organización y les dije que nos retirábamos, que íbamos a dar la vuelta y procuraríamos volver con nuestros propios medios a Castelldefels”.
Sin embargo en la travesía de vuelta la situación fue haciéndose cada vez más complicada. Navegando a motor el piloto automático comenzó a saltar a standby cada 5 minutos. “Aquello era impracticable. En aquel momento la tripulación ya estaba bastante nerviosa, algunos se encontraban muy mareados”, recuerda Santiago.
Además, y para complicar más las cosas, los dispositivos electrónicos de localización que llevaba el velero se habían estropeado por el golpe de una ola.
De manera que, ante la amenaza de pasar una noche a la deriva en medio del temporal (mar gruesa y vientos de fuerza 8), decidieron llamar a Salvamento Marítimo.
Podría parecer que Santiago tuvo una premonición, porque al poco de zarpar, y cuando todavía no habían tenido ningún incidente, le iba comentando a Salvatore, su amigo y armador del velero: “en España somos afortunados por contar con uno de los mejores servicios de Salvamento Marítimo, no ya de Europa, sino del mundo”. Y vaya si se lo pudo demostrar...
“La respuesta (desde el CCS Tarragona) a nuestra llamada de auxilio -a través del Canal 16 de VHF- fue muy profesional y tranquilizadora, en breve nos comunicaron que la Salvamar Polaris (con base en Vilanova) venía en nuestro rescate, y en poco más de dos horas la teníamos junto a nosotros realizando la maniobra de toma de remolque”, recuerda el regatista.
Al día siguiente averiguarían qué es lo que le había pasado exactamente a su barco: ruptura de los guardines del timón.
El Libro del Patrón de Embarcaciones de Recreo explica: “Los guardines son el juego de cables que transmiten el giro de la rueda al timón”.Sin esa pequeña pieza que conecta las partes, el mecanismo no funciona. Y al igual que para el gobierno de un barco es fundamental esa conexión entre piezas, también lo es en el operativo que se pone en marcha para dar respuesta a una emergencia.
Y esa conexión se entiende tanto en sentido material, a través de las comunicaciones por radio, teléfono; etc como personal, en el sentido de la confianza y coordinación entre los integrantes de la cadena humana que es Salvamento Marítimo. Porque los problemas no se resuelven con una sola persona, hacen falta equipos unidos.
Los controladores que estaban de guardia aquella tarde en el Centro de Coordinación de Tarragona respondieron esa llamada de socorro y, sin perder ni un minuto, movilizaron a la Salvamar Polaris. Aunque su figura no sea visible como la de las tripulaciones de los barcos y helicópteros, los controladores juegan un papel fundamental en la respuesta a las emergencias: reciben la información, la evalúan, planifican y movilizan medios. Todo contra reloj.
Porque si la “chica” de nuestra historia es rápida, más han de serlo nuestros controladores y marineros. El patrón de la Salvamar Polaris, Alexandre Pérez Ferret, lo sabe por experiencia: “Una de las principales preocupaciones mías era encontrarlos lo antes posible”. Aquel día trabajaban junto a él en la Salvamar, Ismael Tena, marinero, y Asier Villasante, mecánico.
Como siempre que reciben un aviso desde el CCS, en 15 minutos ya estaban con los motores arrancados y desde el instante en que salieron del puerto, los miembros de la tripulación iban pensando la estrategia que emplearían una vez que localizasen el barco. “Siempre hay que tener pensada una segunda opción, un plan B por si algo va mal. En esas situaciones la rapidez es muy importante” explica Alex.
En este sentido también en importante la labor de los controladores que son quienes mantienen comunicación directa con la embarcación que tiene problemas e intentan recabar el máximo de información para transmitírsela a las unidades, en este caso, la tripulación de la Polaris. Las conexiones –o quizás deberíamos llamarlos los guardines invisibles- entre CCS y Salvamar funcionaron a la perfección.
Estamos seguros de que para cada persona que se ha visto en apuros en la mar y ha recibido la ayuda de Salvamento Marítimo, la experiencia es difícil de olvidar. También lo es para los rescatadores.
“No hay dos rescates iguales”, reflexiona el patrón. Alex es de Vilanova i la Geltrú, de la misma localidad donde tiene la base la Salvamar. Aunque de vocación algo tardía, es un apasionado de la mar y de la acción que acompaña a su profesión. “Poder ayudar, ser un servicio público es lo que más me gusta”. Poco a poco la conversación con él se convierte en una “Masterclass” de Cómo hacer un remolque. Escuchándole, hace que parezca fácil, pero aquella operación no lo fue: “Estábamos en pleno temporal de Levante. Llegamos a su posición y lo primero que haces es valorar cómo estamos situados y hacia dónde navegaba el velero y cuál era la mejor forma de lanzarles el tren de remolque. Intentas hacerlo lo más cerca posible, pero sin hacer que peligre ni su tripulación ni la nuestra”.
El velero daba muchos bandazos, los tripulantes estaban sentados en cubierta, si no habría sido imposible que aguantasen el equilibrio en medio de tanto movimiento. Como no hay asideros en todas las partes del velero, tenían que moverse a gatas. Todos llevaban puestos los chalecos salvavidas, tal y como se lo habían pedido desde el CCS. Pero a pesar de las dificultades todo salió bien, el marinero de la Polaris les lanzó la sisga-cabo más estrecho, con una bola, que se lanza primero para que desde la embarcación que va a ser remolcada puedan coger el cabo de remolque con mayor facilidad- y al primer intento les llegó bien y la pudieron recoger. Tras eso, consiguieron encapillar –poner los cabos de remolque atados a la proa del velero- y empezaron a largarles cabo. En este caso, dejaron un tren de remolque muy largo (unos 300 metros) para evitar tirones bruscos, y empezaron a remolcar.
Fue un remolque lento, unas 4 horas, porque las condiciones de la mar no permitían correr más, pero ahora la prioridad ya no era llegar rápido, sino hacerlo garantizando la seguridad. Una vez que ya se estaban aproximando al puerto de Vilanova i la Geltrú, se abarloaron el velero y la Salvamar; y se acortó el cabo para tener más control sobre el barco remolcado.
La “chica” de nuestra historia estaba salvada.
Alex lo recuerda con satisfacción: “La mayor recompensa fue ver que todos estaban bien”, y también leer días más tarde los mensajes de agradecimiento que Santiago publicó en su cuenta de Facebook: “Salvamento Marítimo respondió rápido y con eficiencia; enviaron a la Salvamar Polaris y su tripulación realizó una maniobra de remolque impecable.
“Quiero dar las gracias al conjunto de personas que intervinieron en el salvamento, especialmente al patrón y marineros de la Salvamar por su excelente trabajo”.
Lecciones aprendidas:
Comprobar siempre la previsión meteorológica, con las tecnologías que tenemos actualmente a nuestro alcance es muy fácil hacerlo.
Llevar siempre el chaleco. El patrón de la Salvamar Polaris tiene muchas horas navegadas y afirma que una gran mayoría de los navegantes con los que se encuentran a diario siguen sin ponérselo. Así que desde Salvamento Marítimo seguiremos insistiendo. ¡Ponte el chaleco!